La tercera ley de Newton dice que, “en toda acción aplicada a un cuerpo se crea una reacción igual y en sentido opuesto”. En el ámbito de la física esto significa que cuando uno pega un puño, el golpe le duele tanto al golpeado como al que pegó, es decir, que los dos salen lastimados. Me parece que esta ley también rige en el campo de las relaciones humanas pues todo lo que damos se nos devuelve. Miremos, por ejemplo, el contraste que existe entre Sudáfrica y Libia. La primera gozó de la bondad de un Nelson Mandela que procuró el desarrollo de su pueblo por la vía de la paz, de la justicia y de la integración, mientras que la segunda soportó el yugo del terror al verse sometida y aplastada por Gadafi. Mandela es ahora una persona respetada en el mundo y muy amada por su pueblo. Gadafi fue abatido hace un año de forma espantosa y su memoria apenas si ha levantado un tímido eco. Newton tenía razón y por eso es que existen profesores, políticos, compañeros de trabajo queridos y otros no. Moraleja: “El que siembra vientos, cosecha tempestades”, o en lenguaje evangélico: “Trata a los otros, como quieres que te traten a ti”.