Celebrar la tradición de la vida

Escrito por Mons. Rogelio Cabrera López

Los primeros días de noviembre, celebramos las tradiciones de todos los santos y fieles difuntos. La Iglesia nos invita a evocar litúrgicamente, nuestro sentimiento de fe y referencia a la vida; así como la del amor por aquellos hermanos y hermanas que nos han precedido al regreso de la casa del Padre.

El primero de noviembre, “solemnidad de todos los santos”; nos permite reflexionar sobre la vocación universal a la santidad. Es reconocer a tantos hombres y mujeres, que han sabido discernir la voluntad de Dios y la han cumplido hasta sus últimas consecuencias. Muchos de ellos, la Iglesia, al reconocerlos en los altares, se convierten en modelos e intercesores; pero hay muchos otros que han partido en el anonimato, pero que celebramos e invocamos en este día.

El dos de noviembre, es la fiesta de los fieles difuntos, evocación a la celebración de la vida. Los cristianos no celebramos al muerte, sino la vida, aquellos que gozan de la vida con Dios. Intercedemos por ellos.

Las muestras tradicionales evocan, pues, la vida; por eso, se ponen los altares con los alimentos que gustaban a los difuntos. Las velas y flores, recuerdan la vida desgastada pero alumbrando y la belleza de la vida. Nuestros fieles difuntos siempre viven en nosotros en el amor.

Por eso, nada tiene que ver con las celebraciones extranjeras, como es el caso de “Hallowen” es una celebración que nada tiene que ver con la vida. Ni tampoco, la fiesta personificada de la “muerte”. El verdadero cristiano no puede dar culto a la muerte; pues es la vida la que ha dominado sobre la consecuencia del pecado que es la muerte.

Eduquemos nuestra fe, y vivamos nuestras tradiciones con la alegría de saber que Dios camina con nosotros.

+ Rogelio Cabrera López
Administrador Apostólico de Tuxtla
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Nacional