Lecturas del Martes, trigésima tercera semana del tiempo ordinario, ciclo B

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Mar, 2012-11-20

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro del Apocalipsis 3,1-6.14-22:

Yo, Juan, oí cómo el Señor me decía: «Al ángel de la Iglesia de Sardes escribe así: "Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir. Pues no he encontrado tus obras perfectas a los ojos de mi Dios. Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi palabra: guárdala y arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Ahí en Sardes tienes unos cuantos que no han manchado su ropa; ésos irán conmigo vestidos de blanco, pues se lo merecen. El que salga vencedor se vestirá todo de blanco, y no borraré su nombre del libro de la vida, pues ante mi Padre y ante sus ángeles reconoceré su nombre. Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias." Al ángel de la Iglesia de Laodicea escribe así: "Habla el Amén, el testigo fidedigno y veraz, el principio de la creación de Dios: Conozco tus obras, y no eres frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente, pero como estás tibio y no eres frío ni caliente, voy a escupirte de mi boca. Tú dices: 'Soy rico, tengo reservas y nada me falta'. Aunque no lo sepas, eres desventurado y miserable, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro refinado en el fuego, y así serás rico; y un vestido blanco, para ponértelo y que no se vea tu vergonzosa desnudez; y colirio para untártelo en los ojos y ver. A los que yo amo los reprendo y los corrijo. Sé ferviente y arrepiéntete. Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos. Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí; lo mismo que yo, cuando vencí, me senté en el trono de mi Padre, junto a él. Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias."»

Sal 14,2-3ab.3cd-4ab.5 R/. Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R/.
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R/.
El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 19,1-10:

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»

II. Compartimos la Palabra

“Si alguien me abre, entraré y comeremos juntos”.

Las cartas del Apocalipsis a las siete iglesias son una llamada a la conversión. Hoy escuchamos el mensaje dirigido a las iglesias de Sardes y Laodicea.

“El que tenga oídos para oír que oiga”; “Escucha lo que dice el Espíritu”; “Conozco tus obras…”
Habla Jesús, manifestándose a Juan. Él conoce a fondo la realidad de cada una de las comunidades cristianas, escruta los corazones y sabe lo bueno y lo malo que hay en ellas; felicita por lo bueno y corrige lo malo aconsejando a la conversión. A la iglesia de Sardes le reprocha su infidelidad a la Palabra recibida exhortándoles: “Consérvala y cambia de conducta”. A la de Laodicea reprocha su indiferencia: “No eres ni frío ni caliente, por eso mi boca te vomita”.

Esta palabra de Dios está hoy en todo su vigor. Cuanta infidelidad a la Palabra recibida, cuanto sincretismo, todo vale lo mismo, todo nos da igual, pero no olvidemos que Él nos conoce en profundidad, continuamente nos invita a abrir nuestra puerta: “Si alguien me abre, entraré y comeremos juntos”. ¿Cómo respondo yo a su llamada?

“Zaqueo baja, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”

En la primera lectura leíamos: “Si alguien me abre entraré y comeremos juntos”. En esta cita del Evangelio, Jesús ve la buena disposición de Zaqueo, es la curiosidad la que le ha hecho buscar a Jesús, se sube a la higuera porque quiere verle, Jesús sabe de su buena disposición y le llama diciéndole: “Zaqueo, baja, hoy quiero hospedarme en tu casa”. Jesús no le pone condiciones, se invita sin más y Zaqueo lo recibe gozoso en su casa. No todos ven con buenos ojos que Jesús entre en casa de un publicano, un pecador, pero cuando Jesús es recibido por alguien se opera un cambio profundo. Zaqueo en pie, anuncia su conversión declarando: “Voy a devolver lo robado multiplicándolo por cuatro y repartiré la mitad de mis bienes a los pobres”.

Todo encuentro con Cristo ayuda a la conversión y trae la salvación. “Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”.

Estamos celebrando el año de la fe, puerta de entrada para que Cristo llegue a nosotros en plenitud, vivamos nuestra fe con alegría y esperanza, haciéndola vida, transmitiéndola a los que nos rodean para que puedan gozar del encuentro con Cristo.

Hna. María Pilar Garrúes El Cid
Misionera Dominica del Rosario