La Medalla Milagrosa

Date: 
Sábado, Noviembre 27, 2021

DESDE el momento en que el mundo católico tuvo noticias de las apari- ciones de la Inmaculada Concepción a la hermana de la caridad, Catalina Labouré, en 1831, pero sobre todo, desde que las investigaciones canónicas dieron autenticidad a esas visiones, la devoción por Ia Medalla
Milagrosa, acuñada de acuerdo con las expresas indicaciones de la Santísima Virgen, se extendió por todas partes con la rapidez del rayo, fue reconocida por la Santa Sede y se transformó en la segunda de las dos medallas (la otra es la medalla-cruz d e S a n Benito) oficialmente autorizadas y reconocidas p o r la Iglesia, y es la única insignia que tiene su festividad litúrgica propia, en la fecha de hoy.

Catalina Labouré, ingresó al convento de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul en 1830 y, al año siguiente, tuvo una serie de visiones de la Santísima Virgen. En una de ellas, la Inmaculada Concepción se le apa- reció en la forma de una imagen, de pie sobre una esfera, despidiendo rayos de sus manos extendidas y rodeada por este lema: "¡Oh, María, concebida sin pecado, rogad p o r nosotros q u e recurrimos a Vos!". E n u n momento dado, la imagen se dio vuelta y por el anverso se pudo ver una gran "M ' con el signo de la cruz encima y dos corazones debajo, uno, ceñido por una corona de espinas y el otro, atravesado p o r u n a espada. A l mismo tiempo, la bien- aventurada Catalina escuchó una voz que le ordenaba acuñar una medalla con aquella imagen y aquellos signos.

El confesor d e la hermana Catalina, el P . M . Aladel, creyó conveniente informar sobre las visiones a las altas autoridades eclesiásticas y, en 1836, el arzobispo de París inició la investigación canónica de las mismas, que resultó en la declaración oficial sobre su autenticidad. Pero ya para entonces, la Medalla, grabada según las indicaciones de la hermana Catalina y con la apro- bación de sus superiores, circulaba profusamente entre los fieles. A su gran difusión contribuyó poderosamente el relato de las apariciones que publicó en 1834 el propio P . Aladel, con el título de "Historia del origen y los efectos de la Medalla Milagrosa", pero, m u y particularmente, se propagó la devoción, por las conversiones, curaciones y milagros de todo orden, muchos de ellos verificados como auténticos, obrados por la Medalla que, desde entonces, co- menzó a conocerse con su nombre oficial de Medalla Milagrosa. Aquella misma devoción apresuró la definición del dogma de la Inmaculada Concepción por la Santa Sede, el reconocimiento de la Medalla por la Iglesia, el establecimiento de su fiesta litúrgica particular y la adopción de la misma como insignia dis- tintiva de la asociación de las Hijas de María en todo el mundo y como patrona de las Hijas de la Caridad de San Vicente y los Sacerdotes de la Misión.

Butler Alban - La Vida de los Santos