I Domingo de Adviento, Ciclo C

CATEQUESIS DE JESUCRISTO SOBRE NUESTRA PARTICIPACION ACTIVA EN SU SEGUNDA VENIDA. (Lc. 21, 25-28. 34-36)

Escrito por: S.E. Don Felipe Padilla Cardona

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“Habrá señales prodigiosas en el sol, en la luna y en las estrellas. En la tierra, las naciones se llenarán de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar; la gente se morirá de terror y de angustiosa espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se bambolearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad.

Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación. Estén alerta, para que los vicios, con el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerá de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.

Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre.

Jesucristo profetizando la destrucción del templo, lugar seguro de la presencia de Dios, y de la ciudad de Jerusalén, que sucedieron en la guerra contra los romanos (67-70 d.c.), donde la mayor parte de sus habitantes perdieron la vida y los sobrevivientes fueron vendidos como esclavos. Ante esta situación de angustiosa espera, en la que participaron activamente los habitantes judíos, Jesús anuncia su segunda venida, que implicará un cambio radical de todas las cosas: pues él vendrá con gran decisión y poder a transformar esta realidad en una situación de perdón, de vida y de liberación.

Para esto, nos invita a todos a poner lo mejor de nosotros en este acontecimiento único de la realidad: “poneos de pie”, es decir, tened ánimo, pongan el corazón en su manera de actuar; “levanten la cabeza” porque ha llegado su liberación y redención, es decir, que todos con aclamaciones de alegría y alabanza a Dios, participemos activamente en nuestra restauración y en la restauración de la tierra y de todo el universo. Participación personal y responsable, subrayada por la expresión “estén alerta”, para evitar toda acción que nos aleje de Dios y de nuestra misión, en este importantísimo desafío de colaborar con Cristo en esta salvación universal de la creación.

El mismo Jesucristo nos pone los medios para lograr ésta nuestra colaboración, en la gran misión de reconstruir con él: una persona, una sociedad, una patria, un mundo completamente positivo y con una novedad jamás pensada y experimentada por el ser humano: “velen” es decir, estén generosamente dispuestos a compartir la vida que Dios les ha dado. Velar que únicamente puede sostenerse en pie y a favor de los demás, por medio de la oración contínua, frecuente, enriquecida por la presencia del mismo Cristo en nosotros y en nuestras comunidades. Oración que será el fruto de una vida realizada según la verdad; manifestada en la práctica de la justicia, según Dios: “Cómo quieras que te traten, así trata a los demás”. Vivencia de la justicia que únicamente crecerá y madurará, cuando es motivada, acompañada y vivificada, por la presencia generosa e inconfundible de la caridad, en nuestra manera de actuar: “que el Señor los llene y los haga rebosar de un amor mutuo y hacia todos los demás” (1 Tes. 3, 12).

Sólo así, colaboraremos activa y dinámicamente, para que esta segunda venida de Jesús sea plena y fructifique maravillosamente en todos nosotros y en el universo entero. Y por su parte Dios, él cumplirá maravillosamente sus promesas que hizo a la casa de Israel, a la casa de Judá y a nosotros mismos (Jer. 33, 14).

† Felipe Padilla Cardona