La venida del Señor: tiempo de gracia, de gozo y de reconciliación

Escrito por Mons. Enrique Sánchez Martínez

Iniciamos el año litúrgico y también las expectativas del mundo y de nuestro México se manifiestan en la esperanza del inicio de algo nuevo. Un nuevo gobierno en nuestro país, las “profecías mayas” del fin del mundo, el fin de año civil, la crisis económica mundial, el hambre en África, las migraciones, la pobreza, la guerra en el medio oriente y la creciente violencia, nos hacen querer escuchar cosas nuevas, noticias diferentes, de esperanza.

El Adviento es para la Iglesia, para los discípulos del Señor, el tiempo que actualiza la espera del Señor, especialmente en la “escucha de la Palabra”. Es la misma Palabra que se hizo carne para la salvación del mundo (Jn 1,14). Es el evento que constituye el comienzo del camino de los discípulos de Cristo. Es la Palabra recogida en las Escrituras Santas, y que instruye al discípulo para discernir cuales son las actitudes correctas para prepararse y recibir la vida abundante, la “gracia y la verdad” que vienen por Jesucristo (Jn 1,17).

La venida de Cristo al mundo es la visita de Dios mismo anunciada por los profetas antiguos, y que anunciaron al pueblo un tiempo de restauración de todo lo humano que el pecado antes había destruido. Es un momento de salvación, dice Isaías: “Ahí viene el Señor Yahvé con poder, y su brazo lo sojuzga todo. Vean que su salario le acompaña y su paga le precede, como pastor que pastorea su rebaño recoge en brazos los corderitos, en el seno lo lleva” (Is 40, 10-11). La visita del Señor es un tiempo de gracia que remite al ministerio de perdón y reconciliación, especialmente para los perdidos o alejados de Dios.

La llegada de la salvación es gozo y es causa de alegría para todos, así la anunciarán los pastores en la noche de la Natividad. Al mismo tiempo el Adviento del Señor es el tiempo de la actuación de la misericordia del Dios-Amor. María se inspira en “Aquél que ha recordado su misericordia para siempre” (Lc 1,54) y es la clave para entender lo que hará el Mesías que viene: buscar y salvar lo que estaba perdido (Lc 19,10).

Ante esta acción de Dios en la historia humana, cuál es la actitud con la que debemos responder ? El modelo es la actitud de María: la fe y la esperanza en la fidelidad divina. Es la actitud propia de los pobres de Yahvé, y es la manera humana y creyente de corresponder a Dios en ese encuentro maravilloso entre su riqueza y nuestra pobreza, ante su potencia y nuestra debilidad. Una actitud que lo espera todo de Dios, incluso la transformación de la historia negativa y violenta del mundo.
El inicio de este adviento, como tiempo de gracia es una invitación a vivir una vigilancia llena de esperanza en la venida del Señor. Una vigilancia-esperanza con una tonalidad de gozo responsable. Esperar a uno que se conoce y que se ama, a uno de quien depende lo más importante de la propia existencia. Al que esperamos es “nuestra justicia”. Además el Señor es alguien que se goza en la “santificación de los suyos”. Somos invitados como una comunidad de discípulos a preparar la “lámpara de nuestra fe” para recibir dignamente a Cristo en su segunda venida: para ello debemos estar atentos a los acontecimientos de la Historia que nos rodea y sobre las propias acciones, pero perseverantes en la fe. Somos llamados a imitar la misericordia de Dios hacia los demás.

La venida del Señor implica una evaluación de lo más profundo de la vida personal y comunitaria: una evaluación del corazón, de nuestras decisiones.

Durango, Dgo., 2 de Diciembre del 2012

+ Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango
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