Escrito por Mons. Rogelio Cabrera López
Estamos ya dentro del novenario en honor de la Santísima Virgen en su advocación de Guadalupe. Ella es el ejemplo de la presencia del Bien, porque ella nos trae a Jesús, quien es el Sumo Bien.
Ahora, cuando necesitamos erradicar el mal, necesitaremos fortalecer el arma de la fe. Ella es también, ejemplo de esa fe, porque supo decir “Sí” a Dios, aun cuando habían muchos momentos adversos en su caminar.
Tenemos la esperanza que ella no nos deja solos, ya que cuanto más, vamos aceptando a Cristo en nuestra vida, más se va instaurando su Reino de amor, de justicia y paz.
La verdadera devoción a María nace, cuando le escuchamos, y ella se presenta, como la “Madre, del verdadero Dios por quien se vive”. Quienes amamos a la Virgen de Guadalupe, reconocemos a Dios y luchamos porque Dios viva en el corazón de todos. Por eso, cuanto más guadalupanos somos, más se debe implementar el bien.
Son muchos hermanos que sufren, que nuestra oración les acompañe. Que se haga justicia; que se respeten los derechos fundamentales del hombre y de la mujer. Precisamente cuando el día de mañana se reconoce el día de los derechos humanos, podamos conocerlos y aplicarlos.
Hoy, es la fiesta de San Juan Diego, a quien la Virgen Morena reconoció y pidió le ayudara en esa gran empresa de prodigar su amor. María, como Cristo, ama a los pobres y les muestra su riqueza.
Pidamos que Chiapas, México y todo el mundo, sea iluminado por la fe. Y que nuestra devoción mariana, nos fortalezca al compromiso por erradicar el mal, implantando el bien en todo.
Administrador Apostólico de Tuxtla