III Domingo de Adviento, Ciclo C

CATEQUESIS SOBRE LA ADECUADA PREPARACIÓN PARA RECIBIR A DIOS EN LA VENIDA PRÓXIMA DE CRISTO. (Lc. 3, 10-18)

Escrito por: S.E. Don Felipe Padilla Cardona

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: "¿Entonces, qué hacemos?" Él contestó: "El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo."

Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: "Maestro, ¿qué hacemos nosotros?" Él les contestó: "No exijáis más de lo establecido." Unos militares le preguntaron: "¿Qué hacemos nosotros?" Él les contestó: "No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga."

El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizara con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga."
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.

Tanto el Profeta Sofonías (3, 14-18) como San Pablo en Filipenses (4, 4-7) nos exhortan a que con gran alegría y actitudes realmente positivas, nos preparemos para recibir a Dios, con la venida de su Hijo Jesucristo: “Canta hija de Sión, da gritos de júbilo”; “os lo repito: ¡alégrense!... el Señor está cerca”; “presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y en la súplica, llenos de gratitud”. Ninguna barrera, ni aún la física, podrá impedir la explosión de la verdad de Dios entre nosotros (Prudencio, el libro de las horas del día 7, 51-55); Preparémonos desde lo más profundo de nuestro corazón a la venida de Cristo entre nosotros (Orígenes, Homilías sobre el Evangelio de Lucas 4, 6).

San Lucas, con la predicación de Juan busca un remedio, una solución positiva a toda debilidad y enfermedad manifestada por la multitud, por los publicanos, por los soldados y por nosotros (San Cirilo de Jerusalén, Comentario a Lucas, Homilías 8-9). El inicio de solución a nuestras debilidades está en la generosidad, es decir, de dos túnicas que poseamos compartamos una, lo cual manifiesta que no serviremos más a dos patrones. Para los publicanos, recaudadores de impuestos significa no tomar más de lo que es justo; porque si lo hacen pecan contra el Espíritu Santo (Orígenes, Homilías sobre el Evangelio de Lucas 23, 5. 9). En relación a los soldados y a todos los que encabezan las dependencias de gobierno, no se deben aprovechar de su posición para enriquecerse (Máximo de Turín, Sermones 26, 2).

Porque actuar así, es vivir la ley fundamental que Dios nos dejó: ser misericordiosos como lo es Nuestro Padre, cumpliendo aquellas obras de misericordia que la necesidad de los hermanos nos piden (San Ambrosio, Exposición del Evangelio según Lucas). Amor misericordioso, que será más efectivo si está preñado de la humildad que manifiesta Juan el Bautista al afirmar que no era el Cristo, no era el Esposo, sino el amigo del Esposo (San Gregorio Magno, Las cuarenta Homilías sobre los Evangelios I, 20, 4); el representante de los judíos, que no era digno desatar las correas de las sandalias de Jesús, pues su tarea era preparar la llegada del mismo, que es el Cristo, porque él bautiza con agua, mientras Jesús bautizará con Espíritu Santo y Fuego (San Cirilo de Jerusalén, comentario a Lucas, Homilía 10), como sucedió en Pentecostés. Sin embargo, Juan el Bautista a esta grande alegría y júbilo, añade claramente que nos arrepintamos de nuestros pecados, que reparemos el daño realizado con ellos, porque vendrá Cristo por todos aquellos que realicemos frutos de misericordia y separará a los estériles (San Ambrosio, Exposición del Evangelio según Lucas 2, 82).

Hermanos, continuemos preparándonos para recibir a Jesucristo por medio de la práctica de obras de misericordia, con manifestaciones de arrepentimiento y reparación, con una profunda fe en Dios, que es Cristo que viene a habitar entre nosotros. Pidámosle esa fe.

† Felipe Padilla Cardona.