2012-12-17 Radio Vaticana
(RV).- Entrenar el espíritu, haciendo que el bien, la verdad y el amor sean los vencedores. Benedicto XVI destacó la importancia del deporte al servicio de la persona, en el respeto de la dignidad humana, para el fortalecimiento de la educación, de la espiritualidad y de los valores trascendentes. Al recibir a una delegación del Comité Olímpico Nacional Italiano, el Santo Padre puso de relieve la importancia de la lealtad en las competiciones, el respeto del propio cuerpo, el sentido de solidaridad y altruismo, así como la alegría y satisfacción, enlazadas con la práctica del deporte, como «camino de auténtica maduración humana, que abarca renuncias, tenacidad, paciencia y sobre todo humildad, que aunque no reciba aplausos, es el secreto de la victoria».
El Santo Padre señaló que también el deporte se puede considerar como un ‘atrio de los gentiles’, para impulsar la nueva evangelización, y se refirió de forma especial al Año de la Fe:
«Queridos amigos, en este Año de la Fe, quisiera subrayar que la actividad deportiva puede educar a la persona también al ‘agonismo’ espiritual; es decir, a vivir cada día intentando hacer que el bien venza sobre el mal, la verdad sobre la mentira, el amor sobre el odio. Y todo ello, en primer lugar en sí mismos. Pensando luego en el compromiso de la nueva evangelización, también el mundo del deporte puede ser considerado un moderno ‘atrio de los gentiles’. Es decir, una oportunidad preciosa de encuentro, abierta a todos, creyentes y no creyentes, donde experimentar la alegría y también la fatiga de confrontarse con personas diversas por cultura, lengua y creencia religiosa».
Con la constitución conciliar, Gaudium et Spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, el Papa recordó que el deporte es un bien educativo y cultural, capaz de revelar al hombre a sí mismo y de acercarlo a comprender el valor profundo de su vida, impulsando asimismo las relaciones fraternales entre los hombres de toda condición, nación y raza.
Alentando a promover «una cultura del deporte que esté fundada sobre la primacía de la persona humana, un deporte que esté al servicio del hombre y nunca el hombre al servicio del deporte», Benedicto XVI recordó asimismo el impulso dado en las parroquias, centros juveniles y asociaciones deportivas cristianas al sano agonismo.
Saludando a los queridos atletas, el Santo Padre les recordó la importante misión que deben desarrollar como ejemplo de virtudes, así como los dirigentes, los entrenadores y todos los que trabajan en este sector, están llamados a cooperar con las familias y las instituciones en la educación de los jóvenes.
Y tras poner en guardia sobre los atajos, como el dopaje, ante presiones por conseguir resultados significativos, Benedicto XVI deseó que el espíritu de equipo sirva como aliento para evitar estos callejones sin salida, sosteniendo asimismo al que reconozca su error, para ayudarlo y que se sienta acogido.
Antes de su bendición, el Papa recordó al beato Pier Giorgio Frassati, joven que unía en sí la pasión por el deporte y la pasión por Dios y que supo mostrar que ser cristianos significa amar la vida, la naturaleza, y sobre todo al prójimo, en especial a los que padecen dificultades.
(CdM – RV)