Escrito por Mons. Rogelio Cabrera López

Como cada Primero de enero, el Papa Benedicto XVI, convoca a la Iglesia para celebrar la Jornada Mundial de la paz.

El tema que el Papa ha elegido para este año es: “Bienaventurados los que trabajan por la paz”. Recordemos que los creyentes tenemos un compromiso muy claro con Dios para fortalecer la paz en nuestros ambientes. Somos heraldos de la paz. No puede ser de otra manera. Si hemos contemplado en Navidad al Niño en Belén, nuestro corazón debe quedar lleno de esperanza, de fe, de amor y de paz.

En su mensaje el Papa nos recuerda que: “El deseo de paz es una aspiración esencial de cada hombre, y coincide en cierto modo con el deseo de una vida humana plena, feliz y lograda. En otras palabras, el deseo de paz se corresponde con un principio moral fundamental, a saber, con el derecho y el deber a un desarrollo integral, social, comunitario, que forma parte del diseño de Dios sobre el hombre. El hombre está hecho para la paz, que es un don de Dios”.

Más adelante el Papa dice: “Para llegar a ser un auténtico trabajador por la paz, es indispensable cuidar la dimensión trascendente y el diálogo constante con Dios, Padre misericordioso, mediante el cual se implora la redención que su Hijo Unigénito nos ha conquistado. Así podrá el hombre vencer ese germen de oscuridad y de negación de la paz que es el pecado en todas sus formas: el egoísmo y la violencia, la codicia y el deseo de poder y dominación, la intolerancia, el odio y las estructuras injustas…La realización de la paz depende en gran medida del reconocimiento de que, en Dios, somos una sola familia humana”.

Con todo no podemos olvidar que la Paz se conquista con nuestra actitud constante en bien de los demás. La verdad y la justicia son la base fundamental de esta paz.

Chiapas y México, anhelan vivir en paz, pero ésta no se logrará hasta que cada uno de nosotros estemos convencido de nuestra responsabilidad ante nuestra sociedad y ante nuestra fe.