Lecturas del Lunes, segunda semana de Navidad, ciclo C

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Lun, 2013-01-07

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3,22–4,6:

Queridos hermanos:
Cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y este es su mandamiento; que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros por el Espíritu que nos dio.
Queridos: no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo.
Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en la carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo.
Vosotros, hijos míos, sois de Dios y lo habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo les escucha.
Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha.
En esto conocemos el espíritu de la verdad y el Espíritu del error.

Sal 2,7-8.10-12a R/. Te daré en herencia las naciones

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra.» R/.

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 4,12-17.23-25:

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.
Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías:
“País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles, El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra de sombras de muerte, una luz les brilló.”
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
“convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.”
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.
Su fama se extendido por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba.
Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.

II. Compartimos la Palabra

“Este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y que nos amemos unos a otros como Él nos mandó”

En esta carta, Juan insiste en la importancia de creer en Jesús: Hijo de Dios e hijo del hombre, alertándonos de que no basta una fe teórica, nuestra fe tiene que ser activa, una fe que nos lleve a vivir en el amor como vivió Cristo, en quien creemos, Él lo hizo y mandó.
Sólo el que ama cumple los mandamientos por ese amor que Dios ha derramado en nuestros corazones y permanece en nosotros por el Espíritu que nos ha enviado podemos seguir amando.

A la luz del amor y con la fuerza de su Espíritu, podemos discernir la sana doctrina y confesar que Cristo es Dios y hombre, y quien no lo acepta así, va contra Él, “es el anticristo”.

Reflexionemos sobre este sagrado misterio de la Navidad: Dios toma nuestra carne para hacerse hombre y elevarnos a todos a la categoría de Dios. Profundo misterio de Navidad; el gran acontecimiento del amor de Dios manifestado en un Niño pequeño nacido en Belén, sólo la fe nos conduce hasta Él, nuestra respuesta ha de ser fe y amor. Un amor que nos impulse a comunicar el mensaje a los demás, como lo hizo San Raimundo, cuya fiesta celebramos. Él lo tenía muy claro y trataba de vivirlo. Sus biógrafos destacan su dulzura en el trato, la atención a los más pobres interés por la formación de los presbíteros que debían difundir el mensaje para que propaguen la sana doctrina con fidelidad y su interés por estudiar el árabe para poder enseñar la grandeza de la fe en Cristo a musulmanes y judíos.

“El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz”

Cristo, luz que viene de lo alto, ilumina nuestro mundo que, muchas veces, sigue viviendo en tinieblas. Nos ilumina con su mensaje de amor, mensaje del Reino, para que dejemos entrar en nosotros su luz y podamos formar parte de su reino, nos invita a la conversión; a dar vuelta a nuestra vida, sacando todo lo malo que hay en ella para llenarla del amor que Él nos da. Así el reino de Dios habitará en nosotros y seremos capaces de sanar a los enfermos, ayudar a los débiles, dar de comer al hambriento, anunciar a los pueblos que el Reino de Dios está entre nosotros. Como Cristo lo vivió, por eso el pueblo le seguía entusiasmado, acudiendo a Él para escucharle, presentándole sus enfermos, con fe, para que los curase.

La Iglesia debe seguir sus huellas anunciando su mensaje con la palabra y ayudando a las personas en sus necesidades, sólo así disiparemos las tinieblas del error logrando que la humanidad vuelva a encontrar la luz de Cristo.

Hna. María Pilar Garrúes El Cid
Misionera Dominica del Rosario