El Sacerdote está para ayudar, pero requiere ser ayudado

Escrito por Mons. Alberto Suárez Inda

A propósito de que el domingo 20 enero se realiza la Colecta a favor de la fraternidad sacerdotal, y de que el próximo lunes 14 tendremos la tradicional Convivencia de nuestro Presbiterio, quiero compartir estas reflexiones.

No deja de ser desconcertante el hecho de que Dios quiera valerse de hombres frágiles, y aun pecadores, para hacerlos instrumentos de su gracia de salvación. Me impresionó, cuando yo era seminarista, ver una película francesa que llevaba por título: “Dios tiene necesidad de hombres”.

Sabemos que, absolutamente hablando, Dios hubiera podido realizar su obra por medio de ángeles o incluso directamente por la acción del Espíritu Santo. Sin embargo, al elegir el camino de la Encarnación, el Verbo Eterno se hizo Pontífice, puente entre cielo y tierra, al tomar nuestra naturaleza en las entrañas de María.

Nuestro Señor Jesús, para ser Sacerdote, no se disfrazó de hombre sino se hizo verdadero hombre, asumiendo la debilidad de la carne, soportando el cansancio y el dolor y hasta las tentaciones. En todo igual a nosotros, menos en el pecado.

Creer en Jesús, Dios y hombre, implica aceptar un gran misterio. Pero mayor misterio es el que se da cuando Jesús actúa y se hace presente en hombres pecadores. La vocación sacerdotal nos exige a los ministros ordenados luchar por ser santos, pero con frecuencia caemos y no somos para nada perfectos.

El Sacerdote debe ser misericordioso, pero necesita también que lo veamos con misericordia. Es ministro del perdón, pero necesita también ser perdonado; está para ayudar a los demás, pero requiere de la ayuda de sus hermanos. El Sacerdote debe amar a todos desinteresadamente, pero no podrá vivir feliz ni en paz si no recibe cariño de su comunidad y comprensión de sus hermanos Sacerdotes.

Especialmente quiero agradecer la ayuda generosa, las atenciones y gestos de solidaridad que Laicos, Religiosas y Hermanos Sacerdotes ofrecen a los padres enfermos o ancianos que han ofrecido su vida, que han renunciado a formar una familia propia y que han desgastado su salud en el servicio a los hermanos. Dios recompense su caridad.

+ Alberto Suárez Inda
Arzobispo de Morelia
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Nacional