Pongamos todos rumbo de superación a nuestra vida

Escrito por Mons. José Luis Chávez Botello

Es lamentable que muchas personas muestren falta de rumbo en su manera de actuar y de tomar decisiones; las actividades que no van dirigidas por una intención constructiva ordinariamente no dan buen fruto, al contrario llevan al cansancio, a la mediocridad y a frustraciones. Una vida sin rumbo es como ponerse a caminar durante horas y días sin camino y sin saber a dónde vamos; sin ponerle rumbo a la vida nunca alcanzaremos lo que anhelamos, sin metas vitales y sin elegir el camino adecuado tarde o temprano caeremos en el fastidio, en la irresponsabilidad y en la pérdida de sentido de lo que hacemos, de lo que nos rodea y de la misma vida.

No pocos adolescentes y jóvenes muestran claramente estos síntomas que son señales de alerta para su familia y para toda la sociedad; adolescentes y jóvenes que se dejan llevar sólo por lo que sienten y les gusta sin importar los resultados; así se van inclinando a lo más fácil, abandonan el estudio, se van introduciendo en el alcoholismo y en la drogadicción, poco a poco se van alejando afectivamente de su familia y hasta la abandonan. Es patente en muchos la falta del cultivo de valores fundamentales desde la niñez en su familia y en la escuela, el vacío de ideales, la incapacidad de discernir lo que más ayuda y de luchar por lo que lleva realmente a superarse y a realizarse. Un descuido grave de la familia, de la escuela y de la misma sociedad; una tarea urgente y prioritaria para todos.

Nadie cosecha buenos frutos sin sembrar ni cultivar; las personas maduras y realizadas no son fruto de la casualidad o de la suerte, son el resultado de un trabajo tesonero y de la siembra y apoyo de las personas que estuvieron cerca desde pequeño: sus padres, hermanos, familiares, los maestros, los amigos y demás personas que se van tratando y frecuentando. Quienes no estudian ni trabajan pudiéndolo hacer, quienes no aprenden a relacionarse sanamente con los demás, quienes no han aprendido a servir ni amar, muestran una vida a la deriva, van pasando los años sin crecer en conocimientos ni cualidades, sin superarse y sin realizarse como personas; son vidas vacías y opacas que a nadie atraen ni estimulan.

Queramos o no, los adolescentes y jóvenes son el futuro de la familia, de la sociedad y de la misma Iglesia; acercarse a ellos, escucharlos y ayudarles a que levanten la mirada y vean el horizonte de su vida, es valorar la vida, es apreciar nuestro país, es una inversión cuyo fruto lo veremos y disfrutaremos a mediano y largo plazo. Cuando una sociedad descuida a sus niños, adolescentes y jóvenes está poniendo en grave riesgo no sólo el futuro de ellos sino el de su familia y el de la misma sociedad; ya lo estamos sufriendo.

Ante la situación de tantos jóvenes y adolescentes sin principios ni valores, sin rumbo y sin ideales, sin motivos de superación y de realización, urge que despertemos, que nadie en nuestra sociedad permanezca ocioso o indiferente; la familia, los maestros, el gobierno, los empresarios, todo ciudadano y la Iglesia estamos llamados a revisarnos y actuar desde la propia misión. Los niños de calle, los adolescentes y jóvenes con adicciones, los que ya incursionan en el delito son un verdadero grito de alerta. No podemos continuar encerrados en nuestra comodidad o intereses egoístas; es una emergencia.

Con mi saludo y bendición para todos.

+ José Luis Chávez Botello
Arzobispo de Antequera Oaxaca
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Nacional