Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

Escrito por Mons. Rodrigo Aguilar Martínez

Del 18 al 25 de enero se celebra en la Iglesia Católica la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, como expresión del espíritu ecuménico que el Concilio Vaticano II ha querido asumir, inspirándose en la oración misma de Jesucristo, quien antes de sufrir la Pasión y la Muerte en Cruz, oraba con fervor al Padre: “Que todos sean uno como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti. Sean también uno en nosotros: así el mundo creerá que Tú me has enviado.” (Juan 17,21).

Desgraciadamente no es una Semana arraigada en la vida pastoral y espiritual de muchos bautizados, casi no se tienen celebraciones correspondientes en las parroquias; más bien pasa desapercibida y hasta deliberadamente ignorada, pues más que ecumenismo -o sea búsqueda de unidad entre los que confesamos la fe en Cristo Jesús- prevalece frecuentemente la mutua denigración y ataque, con un proselitismo competitivo.

No obstante eso, el Papa Benedicto XVI reitera la invitación a dicha Semana de Oración, que iniciaremos el viernes 18 de enero con el tema “¿Qué exige Dios de nosotros?”, para lo cual se inspira en un pasaje provocador del profeta Miqueas. El mismo profeta indaga preguntándose si se requerirán miles de sacrificios o inmolar al hijo primogénito, pero finalmente responde, en nombre de Dios: “Ya se te ha dicho, hombre, lo que es bueno y lo que el Señor te exige: tan sólo que practiques la justicia, que seas amigo de la bondad y te portes humildemente con tu Dios.” (Miqueas 6,8).

El Papa nos invita a pedir “con insistencia a Dios el gran don de la unidad entre todos los discípulos del Señor. Que la fuerza inextinguible del Espíritu Santo nos estimule a un compromiso sincero de búsqueda de la unidad, para que podamos profesar todos juntos que Jesús es el Salvador del mundo".

Reconozcamos con humildad las heridas de la unidad que ha habido en la historia de la Iglesia fundada por Cristo; reconozcamos también con humildad las propias acciones y omisiones que lesionan la unidad. Retomemos la oración con fe y esperanza de unidad, recordando lo que decía Orígenes: “Donde hay pecados, allí hay desunión, cismas, herejías, discusiones. Pero donde hay virtud, allí hay unión, de donde resultaba que todos los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma.” (Catecismo de la Iglesia Católica, 817).

El mismo Catecismo de la Iglesia Católica nos sugiere acciones virtuosas concretas para avanzar hacia la unidad:

  • Una renovación permanente de la Iglesia en una fidelidad mayor a su vocación;
  • La conversión del corazón para llevar una vida más pura, según el Evangelio;
  • La oración en común, porque esta conversión del corazón y santidad de vida, junto con las oraciones privadas y públicas por la unidad de los cristianos, deben considerarse como el alma de todo el movimiento ecuménico, y pueden llamarse con razón ecumenismo espiritual;
  • El fraterno conocimiento recíproco;
  • La formación ecuménica de los fieles y especialmente de los sacerdotes;
  • El diálogo entre los teólogos y los encuentros entre los cristianos de diferentes Iglesias y comunidades;
  • La colaboración entre cristianos en los diferentes campos de servicios a los hombres.” (Catecismo, 821).

A todos, pastores y fieles, nos corresponde trabajar por la unidad, empezando por disponernos favorablemente y de corazón al espíritu ecuménico; pero es empresa que rebasa nuestras fuerzas y capacidades; “por eso hay que poner toda la esperanza en la oración de Cristo por la Iglesia, en el amor del Padre para con nosotros, y en el poder del Espíritu Santo.” (Catecismo, 822).

+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán
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Nacional