2013-02-05 Radio Vaticana
(RV).- En la tarde de ayer el Sucesor de Pedro recibió en audiencia, al Sr. Giorgio Napolitano, Presidente de la República Italiana. Luego, en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Papa asistió al concierto que con ocasión del 84° aniversario de la firma de los Pactos Lateranenses, ofrecieron - en honor de Su Santidad - la Embajada de Italia ante la Santa Sede y el Presidente italiano.
El director indio Zubin Metha subió al podio de la Orquesta Mayo Musical Florentino para ejecutar la Ouverture “La fuerza del destino”, de Giuseppe Verdi, de quien este año se celebra el bicentenario de su nacimiento, y la Tercera Sinfonía de Ludwig van Beethoven, que en un primer momento había pensado dedicar a Bonaparte, cambiando luego de idea, cuando Napoleón se proclamó emperador. Precisamente por este hecho, la pieza ha sido titulada definitivamente “Sinfonía Heroica compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre”.
«La fuerza del cristiano nace del amor de un Dios que, con Cristo, entra en la historia del hombre», destacó Benedicto XVI – en sus palabras de agradecimiento, después del concierto - reflexionando sobre la entrañable oración «La Virgen de los Ángeles», de Verdi. Para luego destacar, evocando a Beethoven, el anhelo de luz de la humanidad, en camino hacia la esperanza.
Tras señalar que Verdi en sus obras supo representar musicalmente las situaciones de la vida, sobre todo los dramas del alma humana, el Papa puso de relieve que este insigne autor, afrontando el tema del destino, afrontó directamente el tema religioso, confrontándose con Dios, con la fe y con la Iglesia, haciendo percibir su inquietud y su búsqueda religiosa. En particular, Benedicto XVI se refirió a las palabras finales de la obra verdiana «Subida hacia Dios»:
«Aquí está diseñado el drama de la existencia humana marcada por un trágico destino y por la nostalgia de Dios, de su misericordia y de su amor, que ofrecen luz, sentido y esperanza aun en la oscuridad. La fe nos da esta perspectiva que no es ilusoria, sino real. Como afirma san Pablo ‘ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor’ (Rm 8, 38-39). Ésta es la fuerza del cristiano, que nace de la muerte y resurrección de Cristo, del acto supremo de un Dios que ha entrado en la historia del hombre no sólo con palabras, sino encarnándose».
Beethoven expresa musicalmente el ideal del héroe portador de libertad y de igualdad, ante la encrucijada de la resignación o de la lucha, de la muerte o de la vida, del rendirse o de la victoria, señaló asimismo Benedicto XVI reflexionando sobre la sinfonía ejecutada y en especial sobre la célebre Marcha fúnebre y citando lo que escribió el mismo músico en el testamento de Heiligentadt:
«’Oh Dios, Tú desde lo alto miras dentro de mi alma, la conoces y sabes que está llena de amor por la humanidad y de anhelo de hacer el bien’. La búsqueda de sentido que abra a una esperanza sólida para el futuro forma parte del camino de la humanidad».
(CdM –RV)
Poco antes de asistir al concierto, el Santo Padre y el Presidente italiano Giorgio Napolitano se reunieron durante unos 20 minutos en una de las salas adyacentes al Aula Paolo VI. La conversación fue particularmente intensa en el contexto del ya próximo cumplimiento de los siete años de presidencia, que se ha caracterizado, como es bien sabido, por un respeto mutuo y una estima recíproca durante todo este tiempo, entre los dos ilustres interlocutores, que siempre han mantenido cordiales relaciones.
Durante la conversación, el Papa expresó su atención y participación por los eventos importantes que esperan en un futuro próximo al pueblo italiano. No faltaron tampoco referencias a los principales temas de la situación internacional. En particular, ambos expresaron su preocupación por la paz en regiones conflictivas del mundo, como Medio Oriente y África.
(ER – RV)