DE SAN ESTEBAN, algunas veces llamado "de Grandmont", se dice que fué hijo de un vizconde de Thiers en Auvernia. Acompañó a su padre a Italia y allí con el tiempo, decidió ser monje. Obtuvo la autoridad papal para establecer en Francia una comunidad parecida a la de otros religiosos que había conocido en Calabria. Sin embargo, la vida de Esteban, tal como la relata el séptimo prior de Grandmont, no es de fiar; presenta varias dificultades cronológicas que dejan mucho que desear. Lo cierto es que, probablemente cerca del año 1110, Esteban fundó un monasterio en el valle de Muret, cerca de Limoges, que se convirtió en una congregación monástica distinta que continuó penosa- mente existiendo, hasta cerca de fines del siglo dieciocho. Era conocida como la Orden de Grandmont, por el nombre del sitio adonde sus discípulos emigra- ron después de la muerte de San Esteban, en 1124.
Aunque no escribió regla alguna que lleve su nombre ("No hay ninguna regla", dijo, "Excepto el Evangelio de Cristo"), puede colegirse mejor qué clase de hombre era Esteban de Muret por la vida de sus monjes en sus principios. Se asemejaba bastante a la de los cartujos y camaldulenses, pero se dis- tinguía por una extrema severidad.
Tenían prohibida toda propiedad y rentas fijas; ningún monje podía salir fuera del recinto y los hermanos legos eran responsables casi por completo de la administración. Tales reglamentaciones combinadas con austeridades personales, le dieron a la orden un atractivo para las almas austeras. Pronto se di- fundió, pero poco después de medio siglo ya había comenzado su decadencia. Un buen ejemplo de los lugares aislados que escogieron los grandmontinos para sus conventos es el lugar donde se encuentran el priorato de Craswall en Herefordshire, bajo el borde noreste de las Montañas Negras. El rey Enrique II de Inglatrera fue bienhechor de Grandmont, y a petición suya, el Papa Clemente III canonizó a San Esteban en 1189.
Butler Alban - Vida de los Santos