URGENCIA de una Espiritualidad (parte 2)

Escrito por: S.E. Don Felipe Padilla Cardona

Segunda: Encontrarnos con el espíritu que habita en los otros.

Los otros son con los que nos relacionamos en la acción. La acción pastoral establece una relación, es un encuentro interpersonal y ha de vivirse como tal. El Apóstol es un servidor que ofrece el evangelio pero ni lo posee en exclusiva, ni lo agota cuando él llega y establece relación, el espíritu ya le ha precedido (Hech. 18, 10) habla de Dios a otros, pero Dios habla también por los otros, no solo por el apóstol; en la relación pastoral se da y recibe, se sirve y es agraciado. Por eso ha de ver a los otros con los que se relaciona en la acción, como gracia, son rostros del Señor, gracia del Espíritu. Todos los agentes de pastoral debemos ejercitarnos en aprender a recibir en y por la acción con la que a otros servimos.

La espiritualidad del apóstol debe ser una espiritualidad abierta a todos los senderos por los que a lo largo y ancho de la experiencia pastoral, Dios lo va a sorprender.

Tercera: Vivir la acción como obediencia apostólica.

La acción pastoral se articula como respuesta a la vocación, como fidelidad practica al envío del Señor.

Quienes nos entregamos al trabajo pastoral:

Necesitamos despertar y desarrollar la conciencia de enviados. Necesitamos explicitar el envío como motivación que nos lleve y nos tenga en la acción.

Necesitamos experimentar la misma acción (no sólo al recibir el encargo, sino en lo concreto de cada actividad) como obediencia a aquél que nos envía. Al entrar en cada acción debemos decir con el corazón las palabras de Jesús “He aquí que vengo a hacer tu voluntad” (Heb. 10, 5). Desde este planteamiento la actividad apostólica ha de vivirse como donación: nos entregamos a ella desde el Señor por los hermanos. Cuando ésta honda razón se olvida o simplemente se desdibuja, el quehacer pastoral queda a merced del poder del propio sujeto, de la hora de nuestra jornada; de las circunstancias concretas de la Iglesia y del mundo, y terminarán ganándose otros intereses.

Vivamos la acción en esta clave interrelacional: Yo en obediencia activa al Señor y a los hermanos, en caso contrario cosificamos la acción, aunque guarde su aspecto sagrado, la comercializamos y nos profesionalizamos. En cambio, viviendo la acción pastoral como obediencia será historia vivida en el Espíritu.

III ALGUNOS RASGOS DE UNA ESPIRITUALIDAD QUE FECUNDE E IMPULSE LA REALIZACION DEL PLAN PASTORAL.

Se trata de perfilar los rasgos de una espiritualidad pastoral que sea capaz de animar nuestro proceso hacia el Plan Global Diocesano; una Espiritualidad que nos permita responder a los retos de la nueva situación de la época que vivimos.

  1. RASGOS FUNDAMENTALES
    1. UNA ESPIRITUALIDAD TRINITARIA.
      En nuestra acción pastoral debemos imitar el amor y la entrega de las tres divinas personas, pero sobretodo debemos imitar la Comunión Trinitaria, que no se hace de la uniformidad, sino de la diferencia de las tres divinas personas que son iguales, pero esa igualdad no se da en la uniformidad sino en la diferencia y en la relación entre ellas. Por lo tanto, nuestra acción pastoral debe ser guiada por esta espiritualidad de la comunión Trinitaria que debe inspirarnos para lograr que nuestras diferencias puedan converger en una comunión y en una participación de cada persona según su carisma y sus propiedades.
    2. UNA ESPIRITUALIDAD CRISTOCENTRICA
      La renovación de nuestra acción pastoral debe brotar del Encuentro personal con Cristo, pues es el único que puede transformarnos y transformar nuestra pastoral con su gracia, convirtiéndonos, cambiando nuestra mentalidad individualista, nuestras actitudes y nuestra jerarquía de valores; haciéndonos capaces de poner en primer lugar los intereses de la Evangelización misionera, por encima de los propios intereses.

      Es urgente que la persona de Jesús sea el centro, el principio animador, el alma de nuestra acción pastoral, pues sólo en Él podemos restaurar todas las cosas.

      Jesucristo es pues, el punto decisivo de referencia para animar e impulsar nuestro Plan Orgánico de Pastoral.

      Sólo Cristo puede ayudarnos a realizar una pastoral encarnada, que nos ayude a asumir nuestra historia creyendo en el hombre y confiando en Dios nuestro Padre.

      Sólo la fe en Jesús puede mantenernos firmes en la entrega superando la entrega, superando la tentación del desaliento y del cansancio para mantener viva la esperanza en medio de los miedos que infectan al mundo actual.

    3. UNA ESPIRITUALIDAD DE CONVERSION
      Debemos partir en nuestra acción pastoral de una experiencia de Dios, es decir, de una experiencia personal de la fe que nos constituya en testigos, de tal manera que hablemos y actuemos desde nuestra vivencia de Dios.

      Vivencia que nos reavive la esperanza bajo la forma de paciencia que nos ayude a superar la desesperación, aprendiendo a resistir al desaliento y a la desilusión, para saber enraizarnos, cimentarnos en el amor de Cristo.