San Sigfrido

Date: 
Lunes, Febrero 15, 2021

LA VIDA de San Sigfrido es relativamente oscura, ya que sus biógrafos se contradicen. Una narración afirma que después de la conversión del rey Olaf Tryggvasson de Noruega (quien fue confirmado por San Alfegio, obispo de Winchester y mártir), el monarca rogó al rey inglés, Etelredo, que le enviase misioneros. Sigfrido, que era un sacerdote de York o de Glastonbury, fue elegido para ir a Noruega, junto con otros dos obispos, Juan y Grimkel. Los misioneros no se limitaron al país, sino que pasaron también a Suecia, que había recaído en la idolatría después de haber sido evangelizada por San Anscaridí Ahí trabajaron bajo la protección del arzobispo de Bremen, y Sigfrido se estableció en Vaxjó, donde tuvo ocasión de convertir al rey de Suecia, que se llamaba también Olaff y le bautizó en una fuente de Husaby, conocida como la fuente de San Sigfrido, en la cual se obraron muchos milagros. San Sigfrido llevó adelante su trabajo misional durante muchos años, con gran éxito, y fue sepultado en la iglesia de Vaxjó. La tradición añade muchos detalles sobre las dificultades que el santo debió superar. Se cuenta que al llegar a Vaxjó, plantó una cruz y construyó una iglesia de madera, en la cual predicaba y celebraba los divinos misterios. Convirtió a los doce principales personajes del lugar y uno de ellos, que murió poco después, recibió cristiana sepultura. La verdad de la fe se impuso con tal fuerza que, al poco tiempo, toda la región de Varend era ya cristiana. La fuente en que San Sigfrido bautizaba a los catecúmenos se llamó, durante mucho tiempo, con los nombres de los doce primeros convertidos, que estaban grabados en ella. Se dice que San Sigfrido consagró a dos obispos para la Gothlandia oriental y la occidental. Sus tres principales colaboradores eran sus tres sobrinos: el sacerdote Unamán, el diácono Sunamán y el subdiácono Vinamán.

Al cabo de varios años, San Sigfrido confió el cuidado de su diócesis a sus tres sobrinos y se consagró a predicar el Evangelio en las provincias distantes. Durante su ausencia, un cuerpo de tropa, por odio al cristianismo y por codicia, saqueó la iglesia de Vaxjó y asesinó a Unamán y sus hermanos. Los asesinos enterraron los cuerpos de los mártires en el bosque y arrojaron las cabezas en un foso de donde fueron recuperadas más tarde, y colocadas en un santuario. Se cuenta que las cabezas hablaron en dicha ocasión. El rey resolvió ejecutar a los asesinos, pero San Sigfrido le rogó que les perdonara. Sin embargo, Olaf les condenó a pagar una importante multa y la entregó al santo; pero éste, a pesar de su extrema pobreza y las dificultades por las que pasaba para reconstruir su iglesia, no quiso aceptar ni un céntimo. San Sigfrido poseía en grado heroico el espíritu apostólico; predicó el Evangelio también en Dinamarca. Se dice que fue canonizado por el Papa Adrián IV, el Pontífice inglés que había trabajado celosamente por la propagación de la fe en las regiones del norte de Europa, cien años después de San Sigfrido. Los suecos honran al santo como a su apóstol.

Butler Alban - Vida de los Santos