La educación escolar es la base fundamental para impulsar el desarrollo de los pueblos. Los gobiernos latinoamericanos se esmeran por lograr que todos los jóvenes tengan acceso a la educación básica, pero según el censo del 2010, en México, sólo el 45% de los jóvenes terminan el bachillerato, el resto deserta. Comparado con países como Japón, donde se gradúa más del 90%, nos damos cuenta de que estamos todavía muy lejos de alcanzar un grado satisfactorio de escolaridad básica general.

La encuesta dice que la pobreza y los embarazos son las dos causas principales de la deserción. También es cierto que hace falta mejorar en infraestructura, valorar, capacitar y remunerar mejor a los profesores, pero aún más importante es lograr un cambio de mentalidad en los pueblos y zonas más pobres.

Los intereses de los jóvenes de ciudad son muy distintos a los de pueblo. Los primeros tienen conciencia de que la escolaridad es necesaria para abrirse camino en la vida, pero la mentalidad de pueblo tiene otra jerarquía, como la de engendrar y ganar dinero lo antes posible.

Las políticas hay que encaminarlas a lograr un cambio de mentalidad en la población, o las cifras jamás se mejorarán.