Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.
Primera lectura: (Isaías 43, 16-21)
Marco: La idea general de esta parte de Isaías (el llamado Deuteroisaías) es el anuncio exultante de la inminente liberación del exilio de Babilonia.
Reflexiones
1ª) ¡La liberación comienza a alborear!
No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? La liberación del exilio está ya a la puerta. El autor interpreta la puesta en marcha hacia la libertad a la luz del éxodo. La vuelta del exilio será vivida, entendida y transmitida como una nueva experiencia de éxodo. Recordar el pasado, pero sin añorarlo, porque Dios tiene poder para volver a hacer las mismas maravillas que antaño. La fe que se apoya sólo en Dios es necesario ponerla en juego en este momento en que quiere realizar algo nuevo, insiste una y otra vez el profeta-poeta. La esperanza es posible porque Dios sigue dirigiendo la historia. Es significativo verificar este dato: cuando Dios se revela a Moisés para enviarlo a la misión de liberar a su pueblo, hay una referencia a los patriarcas con el fin de alentar su esperanza. Ahora el mebaser* que anuncia la liberación hace una referencia al pasado, al éxodo: aquel mismo Dios que estuvo presente con poder en la salida de Egipto está dispuesto a actuar ahora de nuevo. La referencia a la experiencia del pasado consolida la fe y la confianza para el presente y para el futuro. El pasado no ha de ser contemplado con añoranza; el pasado es garantía para el presente y para el futuro. Este futuro siempre será algo nuevo.
2ª) ¡Dios abre siempre caminos nuevos!
Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo. A través de las imágenes utilizadas, el profeta-poeta continúa evocando los cuarenta años de peregrinación por el desierto. Ciertamente el espacio que separa Babilonia de la tierra de Israel es, en su mayor parte, desierto a no ser que se realice dirigiéndose al norte por al valle del Éufrates y descender por la ruta del mar o del interior hacia Egipto. Convendría subrayar en este Domingo, ya muy próximo a la Pascua, que Dios manifiesta su poder precisamente en el gran nuevo éxodo que es la Pascua. Que la Cuaresma, que es peregrinación hacia la Pascua, mira a la vez al acontecimiento ocurrido en el pasado, pero que sigue siendo vivo en el presente y da razón de la esperanza para el futuro. Que la Pascua ha de ser un motor de la historia del hombre en su irrepetibilidad. Igualmente, convendría recoger la pedagogía de este texto que invita a la vez a contemplar lo nuevo y lo viejo sin añoranza. Lo nuevo templa el espíritu hacia el futuro; lo viejo consolida la fe y la esperanza en el presente.
Segunda lectura: (Filipenses 3,8-14)
Marco: De esta carta leímos un fragmento el Domingo 2º. Allí dejamos algún dato general.
Reflexiones
1) ¡Lo definitivamente importante es el conocimiento de Cristo!
Todo lo estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo. Pablo quiere presentar el verdadero camino de la salvación cristiana. Y lo hace para salir al paso de quienes quieren entrometerse en la comunidad para robarles la libertad que les ha proporcionado el Evangelio. La sombra de los judaizantes planea sobre ella. Se han encargado a sí mismos, la tarea de "completar" el Evangelio de la gracia predicado por Pablo con elementos de la ley que Cristo ya ha llevado a su cumplimiento histórico-salvífico y que ha quedado integrada en el propio Evangelio en todo aquello que era integrable. El problema es alarmante para el Apóstol que se encuentra en esos momentos en prisión precisamente por el Evangelio de la gracia. Así se explica este fragmento orientado hacia el centro de todo que es Cristo. Así se entienden mejor afirmaciones como éstas: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas. Para Pablo el encuentro con Cristo en el camino de Damasco supuso un cambio tan radical en su vida que no puede, en modo alguno, condescender a una vuelta a las antiguas prácticas en las que él mismo vivió y por ellas perseguía a la Iglesia naciente.
2ª) ¡Hay que mirar siempre hacia adelante!
Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante... Pablo se encontró con el Cristo glorioso. Por eso centra su atención siempre en el acontecimiento pascual de cruz-resurrección. Es el nervio central de su mensaje permanente. De este centro deduce todos los compromisos cristianos mientras viven en este mundo. Pero nunca deja la cruz en la sombra. Cruz y resurrección son un sólo misterio salvador de amor y de poder. Por ello Pablo asume gustoso el compartir los padecimientos de Cristo por la Iglesia. Pero en su pluma, especialmente en este momento, no es una reflexión teológica sino una experiencia personal: está en la cárcel a causa de su Evangelio; a causa del propio Cristo Jesús. Finalmente, Pablo sabe que la historia de la salvación es lineal. Hay que seguir adelante. Sea cual sea el punto al que se ha llegado, olvidando el pasado, hay que seguir adelante. Como el mebaser de Isaías 43 tiene en cuenta el pasado, pero le importa más la novedad siempre posible por el poder de Dios. La meta está en el futuro, no en el pasado. Habría que subrayar esta forma de expresarse tan propia del apóstol Pablo. Es un momento importante para proclamar que la verdadera fe y esperanza del hombre está en el misterio pascual, o en el Dios Padre cuyo amor y poder se ha manifestado de modo único en el misterio pascual. El hombre moderno necesita una respuesta a su angustiosa pregunta sobre su destino. Pablo responde desde la cárcel: Cristo Jesús, muerto y resucitado, es la respuesta que el hombre necesita. Pero hay en Pablo algo importante: su experiencia personal de ese mismo misterio. Pablo nos invita a actualizar el misterio pascual en nuestra propia experiencia, pero abiertos a un futuro seguro y cierto para lo que es necesario correr, como él, hacia la meta final. He ahí el secreto de este mensaje.
Evangelio: (Juan 8,1-11).
Marco: Se estima, y con fuertes razones, que este fragmento es de estilo lucano. Trata de resaltar fuertemente dos verdades fundamentales: la misericordia entrañable de Jesús encarnada en la indulgencia y la dureza de corazón de los fariseos.
Reflexiones
1ª) ¡Dios es, ante todo, indulgente y misericordioso!
Precisamente por tratarse de un texto de sabor indiscutiblemente lucano, hay que interpretarlo a la luz de la teología lucana. De modo general encaja perfectamente con otros fragmentos de Lucas pero, sobre todo, con su talante que consiste en proclamar, ante todo, la misericordia, el perdón de Dios y la cercanía a los pecadores. Sólo porque el perdón de Dios se ha hecho vivo en Jesús es posible la esperanza para quienes vivían despreciados y marginados en el pueblo de Israel. Los pecadores se sentían muy cerca de Jesús. Pero precisamente esta cercanía y comunión con ellos era un motivo fuerte de persecución contra Jesús que le conduce a la muerte. El relato pretende situar frente a frente a los «piadosos» que se remiten a la Ley de Moisés (rabinos y fariseos) y a Jesús, declarado amigo de los pecadores. La presentación dramática ha sido cuidadosamente buscada: se trata de una adúltera, delito particularmente tipificado en la ley. La pena era la lapidación.
2ª) ¡Jesús refleja el modo de actuar de Dios!
¿Nadie te ha condenado? Pues yo tampoco, porque he venido para llamar a los pecadores a penitencia. Pero no es un gesto contra la ley, sino por encima de la ley y ofreciendo una interpretación auténtica de la ley como expresión de la voluntad de su Padre (Mt 5,17). La misericordia está por encima. No se trata de un quebrantamiento de la ley. Como tampoco la quebrantó Jesús cuando se dirige al Padre para que perdone a quienes le han condenado porque no sabían lo que hacían. Históricamente este asunto era especialmente delicado. Jesús lo resolvió de manera sapiencial y definitiva. No aprueba la conducta de la mujer, ya que Jesús sigue manteniendo como válidos los mandamientos de la ley de Dios recogidos y transmitidos en el Antiguo Testamento. El adulterio no es el camino para conseguir la felicidad. Dios tiene otro plan sobre el matrimonio como comunidad de vida y de amor que expresa visiblemente la comunidad de vida y de amor que se realiza en la intimidad de su misterio. La fidelidad a esa comunidad de vida y de amor refleja la fidelidad infinita de las tres personas divinas. Dios promulgó los mandamientos para que el hombre y las mujeres fueran libres, felices y en comunión de vida. La ternura entre los hombres y mujeres comprometidos con el vínculo sagrado del matrimonio reflejan la ternura de los tres en el seno de la divinidad. Por eso no se puede romper ni suspender entre los hombres porque tampoco cesa ni se suspende en el seno de la divinidad. Pero aquella mujer había sido víctima de su debilidad. Jesús mantiene los principios, pero es misericordioso con los que los quebrantan siempre que exista en ellos una voluntad decidida y manifestada, en el futuro, a tomar otro camino, a restaurar la comunión perdida, a hacer posible la fidelidad quebrantada. Jesús es obediente a la voluntad de su Padre y, a la vez, misericordioso con los hombres. Restaura esa voluntad en el corazón humano. Yo tampoco te condeno, declara Jesús, pero en adelante cuida esa comunión y fidelidad que es la fuente de la verdadera felicidad. Hoy como ayer esta actitud liberadora de Jesús sigue teniendo vigencia. Una liberación que llega al corazón de los hombres y mujeres. El proyecto de Dios sólo pretende que los hombres sean realmente felices. Lucas ha comprendido la misericordia de un modo especial.
3ª) ¡El pecado no es humano!
A las puertas ya de la Pascua, creo que la reflexión de este Domingo ha de centrarse, desde el Evangelio, en que el pecado no es humano. Que el pecado hay que entenderlo desde la perspectiva de la cruz. El verdadero relieve y significación del pecado no son sólo sus consecuencias antropológicas (que lo son y mucho), sino su interpretación cristológica. Esta perspectiva puede iluminar la fe y la esperanza de los creyentes que quieren escuchar la palabra. Si bien es verdad que Jesús nunca pecó (porque repugnaba a su Persona divina) y porque el pecado no es humano, no obstante estuvo siempre cerca de los pecadores. Este rasgo habría que subrayarlo una y otra vez. El hombre moderno se juega en este asunto su paz personal, familiar y social. El desequilibrio de la sociedad se produce por la ruptura de comunión con el Dios de la paz, de la justicia y del amor. Un triángulo sobre el que hay que construir nuestra sociedad familiar, social e internacional. Este lenguaje es inteligible para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. El misterio pascual, expresión del amor sustitutivo de Jesús, responde a esta necesidad de nuestro tiempo.
* Mebaser: Un término que encontramos en el Segundo Isaías. Era el que anunciaba de parte de Dios la inminente liberación del exilio de Babilonia. Se aplica también al anunciador del Reino de Dios.
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)