Semana Santa

La Semana Santa –nos ha dicho el Papa Francisco- “no es sobre todo sufrimiento y muerte, sino amor y don de sí mismo que da vida”.

Esto nos ilumina para redimensionar la participación en la Semana Santa: Que sepamos ver no sólo el sufrimiento y la muerte en Cruz, sino lo que motiva ese gesto, que es el amor y el don de sí mismo que hace Jesús para darnos vida.

Lo culminante de la Semana Santa es el Triduo Pascual, que se refiere a tres Días Santos: el primero, Viernes Santo, con la muerte de Cristo en la Cruz / el segundo día, Sábado Santo, con su sepultura y nuestra esperanza firme en su resurrección / el tercer día, el Domingo de Resurrección, cuya celebración da inicio con la Vigilia Pascual del sábado en la noche.

Ya imagino en usted la pregunta: ¿Y dónde queda el Jueves Santo en el triduo Pascual? Respondo diciendo que es una celebración introductoria al Triduo Pascual. Con todo lo que el Jueves Santo tenga de ritos y devociones, por ejemplo el lavatorio de los pies, la visita a las 7 casas con la adoración a Jesús sacramentado en el Monumento, es sólo introducción al Triduo Pascual.

El día más importante del Triduo Pascual no es el Viernes Santo, sino el Domingo. Con esto no minimizo la crucifixión y muerte de Cristo en la Cruz, sino que ésta tiene sentido salvífico gracias a que luego Jesús ha resucitado, venciendo el poder de la muerte, acontecimiento tan central para nuestra fe, que se prolonga durante cincuenta días como si fuera uno solo y que celebramos también a lo largo de todos los domingos del año. Estaba escrito que Jesús debía morir crucificado, era el plan salvífico de Dios Padre y así Jesús lo asumió; pero no terminaba ahí todo, también Jesús había anunciado claramente que al tercer día resucitaría.

De esta manera, cada vez que nos acercamos con devoción y amor a Jesús crucificado, también que nos alegremos y nos dejemos iluminar por su resurrección. Las variadas celebraciones del Viernes Santo son sólo parte de la vivencia de nuestra fe, pues también debemos con fe gozosa su resurrección. Y aquí se requiere de la creatividad tanto en las parroquias como en la devoción de los fieles, en lo personal o por grupos, asociaciones y movimientos, celebrando la cincuentena pascual como coronamiento de la cuaresma.

En síntesis, celebremos una Semana Santa que culmine en la Pascua de resurrección de Jesús.

Tehuacán, a 28 de marzo de 2013

+Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán

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Nacional