I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 5,5b-14:
Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Inclinaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios, para que, a su tiempo, os ensalce. Descargad en él todo vuestro agobio, que él se interesa por vosotros. Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos en el mundo entero pasan por los mismos sufrimientos. Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo a su eterna gloria, os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. Suyo es el poder por los siglos. Amén. Os he escrito esta breve carta por mano de Silvano, al que tengo por hermano fiel, para exhortaros y atestiguaros que ésta es la verdadera gracia de Dios. Manteneos en ella. Os saluda la comunidad de Babilonia, y también Marcos, mi hijo. Saludaos entre vosotros con el beso del amor fraterno. Paz a todos vosotros, los cristianos.
Sal 88,2-3.6-7.16-17 R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R/.
El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos? R/.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 16,15-20:
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
II. Compartimos la Palabra
Saludos de la comunidad, también de Marcos
No pasa desapercibido Marcos, Juan Marcos, en los renglones de la crónica de las primeras comunidades. Por ellos sabemos de su aporte evangelizador con Pedro y Pablo, no exento de dificultades, cuyo reflejo vemos en los Hechos de los Apóstoles. Llama la atención en el texto de la carta de Pedro la advertencia encaminada a que en la comunidad de creyentes, el Pueblo de Dios, no tiene cabida el autoritarismo y la codicia de ciertos responsables de la comunidad. El apóstol aboga porque la comunidad sea plural, en la que lo normal sea una relación acogedora de los jóvenes con los ancianos, el mejor síntoma de la verdad vivida en fraternidad. Propugna la humildad no tanto como exhibición de debilidad, cuanto expresión de verdad y realidad, requisitos para que resalte en la comunión fraterna la mano poderosa de Dios. Fortalecidos con mano tan cariñosa es posible hacer frente a los perseguidores y no incurrir en la inducción tentadora que el mundo ofrece para dejar de vigilar y claudicar en la confianza en quien aglutina y preside la comunidad de seguidores.
Proclamad el Evangelio a toda la creación
¡Admirable instantánea misionera! No es de extrañar que esta página sea también memoria evangelizadora del propio Marcos. Jesús de Nazaret envía en misión al mundo entero al grupo de los discípulos, quienes, momentos antes, han escuchado el correctivo que el Maestro les dirige por su dureza de corazón, pues no han sido capaces de reconocerlo ni, en principio, se han asociado al gozo pascual. El enviado tiene que dar por hecho que porta un mensaje sin distinción de personas y, por lo mismo, capaz de abatir las fronteras que dividen a pueblos y gentes; mensaje que ofrece, además, el camino del bautismo y de la salvación. El envío por parte del Maestro los habilita para hacer frente a todas las expresiones del mal y hacer el bien a todos, muy en particular a los más en precario. Menester es anunciar el evangelio con valiente alegría porque la misión se desarrolla en un medio hostil. La fuerza de la debilidad del predicador, es decir, el impulso del Espíritu, inmunizará la misión y hará posible que el anuncio del Evangelio siga adelante.
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de San Jacinto (Sevilla)