A PRINCIPIOS del siglo III,San Ireneo, obispo de Lyon, envió al sacerdote Félix y a los diáconos Fortunato y Aquileo a evangelizar la región de Valence, que después se llamó el Delfinado. Los tres fueron martirizados durante el reinado de Caracalla, hacia el año 212. Eso es todo lo que sabemos de cierto sobre nuestros santos, pero la leyenda se ha encargado de bordar sobre sus vidas. Según las pretendidas "actas" de estos mártires, fueron arrestados después de convertir a la mayor parte de los paganos de la región. Los ángeles los pusieron en libertad y les dieron la orden de derribar los ídolos de los templos y destrozar a martillazos las imágenes de Mercurio y Saturno y una valiosa estatua de Júpiter, tallada en ámbar. Aprisionados nuevamente por ese crimen, los verdugos les quebraron las piernas, los torturaron en el torno y los sometieron día y noche a las inhalaciones de sofocantes fumarolas. Finalmente, los mártires fueron decapitados.
Una leyenda todavía más fantástica relaciona a San Félix, San Fortunato y San Aquileo con Valencia de España. Las reliquias que se veneran en dicha ciudad son ciertamente las de otros santos.
Alban Butler - Vida de los Santos