ENTRE LOS sucesores de San Columbano en el monasterio de Luxeuil, elmás famoso durante su vida y el más venerado después de muerto, fue el tercer abad, llamado Waldeberto (o Walberto o Gauberto). Esto se debe, en parte, a que su largo gobierno coincidió con el período m ás glorioso de la historia de la abadía y en parte, a los numerosos milagros que se atribuyeron al santo. El pueblo conservó, como reliquias extraordinariamente milagrosas, todos los objetos que San Waldeberto había tocado, en particular la taza de madera en que bebía. En el siglo X, un monje de Luxeuil, llamado Anso, escribió todo un libro sobre los milagros del santo.
Waldeberto era un noble franco. Siendo todavía joven, se presentó con uniforme militar en la abadía de Luxeuil y pidió ser admitido en ella al abad San Eustacio. Sus armas y el uniforme, que cambió por el hábito, estuvieron muchos siglos colgados del techo de la iglesia abacial. Era tal el fervor de Waldeberto, que sus superiores le concedieron sin dificultad el permiso de llevar vida de solitario, a cinco kilómetros de la abadía. A la muerte de San Eustacio, como San Galo se rehusase a sucederle en el cargo, los monjes eligieron abad a San Waldeberto, quien gobernó sabiamente durante cuarenta años. El fue quien sustituyó la regla de San Columbano por la de San Benito y obtuvo, para Luxeuil, del Papa Juan IV, el privilegio de la exención de la autoridad episcopal, del que ya gozaban las abadías de Lérins y Agaunum. San Waldeberto regaló a la abadía toda su herencia, en tanto que otros muchos bienhechores la enriquecieron bajo su gobierno. En realidad, todos los dones eran insuficientes para mantener a los numerosos candidatos que pedían la admisión en Luxeuil, de donde partían constantemente grupos nutridos de monjes a fundar otros mo- nasterios en diferentes regiones de Francia. San Waldeberto gobernó también varios conventos de religiosas y ayudó a Santa Salberga a fundar el famoso convento de Laoíi. El santo abad murió hacia el año 665.
Alban Butler - Vida de los Santos