Hace 53 años salió al público la píldora anticonceptiva. Para adquirirla se necesitaba receta médica y tener 17 años de edad como mínimo, pero a partir de ahora, se venderá libremente a los mayores de 15 años.

La pastilla inauguró una nueva etapa en la vida de la mujer, de la familia y de la maternidad. Esto no significa que antes no se utilizaran métodos para evitar el embarazo, pero sí un salto cualitativo enorme con respecto al pasado, porque con la píldora la mujer pasó a controlar perfectamente su fecundidad. “La píldora del día después” reforzó la cultura antinatalista que ya se venía gestando desde otra perspectiva política y económica; rompió el vínculo entre sexualidad y maternidad, liberando una y sofocando a la otra; hipotecó el vínculo entre sexualidad y amor, pues expuso a la pareja a la práctica sexual sin mayor trascendencia que su uso, privándola del amor que es lo único que dignifica y humaniza el acto sexual; abrió aún más la puerta a la infidelidad conyugal y los hijos comenzaron a encargarse a la carta.

¿Y el condón? Estos se consiguen gratis, los entregan a domicilio en el condado de San Diego y los jóvenes los pueden ordenar por Internet. Como podemos ver, seguimos progresando.