VII Domingo de Pascua, ciclo C

“No os alejéis de Jerusalén”

Primera lectura: (Hechos 1,1-11)

Marco: Este relato lucano es la descripción más detallada y completa del acontecimiento de la Ascensión, ya que la sitúa en el tiempo y en el espacio con abundancia de detalles a pesar de su brevedad. La Ascensión del Señor forma parte del kerigma cristiano, pero subrayando sobre todo el resultado final, es decir, la afirmación de que está glorificado y sentado a la derecha del Padre. Pero la realidad de la Ascensión, es decir, la exaltación-coronación plena de Jesús está presente en todos los escritos del Nuevo Testamento, comenzando por los primeros, a saber, las cartas a los Tesalonicenses. En los primeros pasos se afirmaba el hecho teológico de la vuelta gloriosa de Cristo en las nubes del cielo (esto suponía que había ascendido allí, siempre según la concepción del espacio que tenían los hebreos); en un segundo momento se afirma el hecho de la glorificación definitiva de Jesús; en un tercer paso se afirma que está a la derecha del Padre pero sin detalles escenográficos de cómo ocurrió; en un cuarto paso se entendió la Ascensión como el momento en el que Jesús, después de haber recibido plenos poderes en el cielo y en la tierra (Mateo), envía a los apóstoles a evangelizar por todo el mundo; finalmente, Lucas ofrece un relato detallado de las circunstancias que rodearon el acontecimiento, valiéndose de las imágenes que le proporcionaba la Escritura: nubes, cielo, ángeles, etc.

Reflexiones

1ª) ¡Dio numerosas pruebas de que estaba vivo!

Se les presentó después de su Pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios. Los cuarenta días significan un tiempo adecuado para conducir a los apóstoles al pleno convencimiento de que estaba vivo. Esta referencia a los cuarenta días refleja algunos aspectos más importantes: en primer lugar, este número significa madurez acabada; significa también el espacio de una generación; la edad que ha de tener un rabino para poder ser ordenado como tal y ejercer con autoridad propia. Esto significa, en el lenguaje judío utilizado aquí por Lucas, que los apóstoles han recibido y alcanzado una madurez suficiente para ser los testigos autorizados de Jesús. En segundo lugar, indica un estilo pedagógico. Jesús les ofrece durante ese tiempo todas las pruebas que necesitan para adquirir la plena seguridad de que estaba vivo y de la identidad entre el crucificado y el resucitado. Lo necesitaban los que habían de anunciar al mundo el más sorprendente reflejo del poder de Dios en favor de los hombres: la vuelta a la vida para siempre.

2ª) ¡Incomprensión de los apóstoles y necesidad del Espíritu!

Una vez que comían juntos les recomendó: No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Ellos le rodearon preguntándole: Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel? La incomprensión de los apóstoles, indicada frecuentemente en el relato evangélico, aparece aquí de nuevo. Jesús ha muerto y ha resucitado, y todavía no se han disipado las antiguas concepciones mesiánicas que llevan en el corazón. Así fue la realidad y hay que asumirla tal como se produjo. ¡Cuán difícil es comprender el plan de Dios, la misión y persona de Jesús! Lucas no hace más que recoger lo que le ha llegado a través de la tradición apostólica. La respuesta de Jesús es que necesitan el Espíritu que les conduzca hasta la verdad completa y les interprete lo que falta por venir. La Iglesia actual y de siempre debe asumir que no es nada fácil comprender a Jesús.

3ª) ¡Testigos de Jesús animados por el Espíritu!

Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo. El mesianismo nacional queda superado por la misión universal. Su tarea tiene como meta a todo el mundo. Cristo en la cruz y resurrección ha roto las fronteras, haciendo de los dos pueblos (judíos y gentiles) un sólo pueblo nuevo (Ef 2,13 ss). Pero este proyecto y plan de Dios ha de encarnarse en la historia. Y será una conquista lenta, en la que el Espíritu por un lado, y las circunstancias históricas por otro, irá madurando en la mente y actuación de los Apóstoles. De todo ello da testimonio este mismo libro de los Hechos de los Apóstoles en la continuación de todo el relato.

Segunda lectura: (Efesios 1,17-23)

Marco: El contexto es reflexión sobre el misterio de Cristo y de la Iglesia. El fragmento que proclamamos hoy afirma la supremacía de Cristo. Es una respuesta a un problema acuciante en el momento en que el autor escribe: surgieron tendencias, por influencias extrañas, en las propias comunidades que afirmaban que otros seres podían competir con Cristo en su acción salvadora. El autor afirma que sólo Cristo es el centro de la unidad porque sólo él es el Salvador.

Reflexiones

1ª) ¡Grandeza de la esperanza a la que somos invitados!

El acontecimiento de la Ascensión supone la rúbrica final del cumplimiento del plan de Dios en favor de los hombres. Este acontecimiento corrobora la esperanza cristiana. En el relato lucano de la Ascensión, leído anteriormente (Hechos 1,1ss), los mensajeros celestes invitan a los Apóstoles a no seguir mirando al cielo. Es necesario volver a Jerusalén para emprender el camino y la tarea de la evangelización, es decir, anunciar a los hombres que es posible la esperanza, y cuál la extraordinaria grandeza del poder de Dios para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo. La Iglesia ha de ponerse en camino, pero sabe que está acompañada por el poder de Dios. La Ascensión es la fiesta por excelencia de la esperanza cristiana.

2ª) ¡Jesús-Cabeza de la Iglesia, sentado a la derecha del Padre¡

El autor de esta carta contempla la Ascensión en el resultado final, sin preocuparse de la descripción de cómo sucedió, que Jesús está sentado a la derecha de Dios en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación. Y todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Jesús es declarado por el Padre como Rey de reyes y Señor de los señores. Es una comprensión muy sobria en el plano de la narración, pero densa en su teología: la declaración de la primacía exclusiva de Jesús que es la Cabeza. San Agustín nos recuerda que precisamente por tratarse de la plena glorificación de la Cabeza, es también la glorificación anticipada de la Iglesia. Realmente llegará al final, pero ya desde ahora la Iglesia vive en la certeza de seguir los pasos de su Señor, y un día, también ella, miembros de la cabeza, conseguirá la plena glorificación. El camino de la Iglesia no es solamente un "via crucis", sino principalmente un "via crucis-gloriae". En la historia experimenta la realidad de la cruz, pero ésta no es el destino final. Hoy importa subrayar esta reflexión teológica que, tomando en serio el camino, lo contempla desde el final para alentar la esperanza.

Evangelio: (Lucas 24, 46-53)

Nota: Como quiera que el relato evangélico de la Ascensión, en este Ciclo C, es el de san Lucas y se ha tomado como primera lectura el relato de la Ascensión del Libro de los Hechos, que son sustancialmente coincidentes, omitimos el comentario al Evangelio.

Reflexión final: La Fiesta de la Ascensión es la oportunidad que se ofrece al creyente para alegrarse por su Rey: Se alegra Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey (salmo). La Iglesia celebra el triunfo de su Rey, de su Cabeza, de su Amigo. Y se siente en fiesta. Pero además contempla este misterio como el gran empuje de su misión evangelizadora por el mundo, tan necesitado del Evangelio porque es el único que puede dar respuesta a sus interrogantes. Y se siente renovada en su esperanza teologal que le invita a dirigir sus pasos hacia lo difícil y arduo, pero posible, porque Dios anda por en medio con su bondad, fidelidad y poder. Y, en el centro, Jesús glorificado que sigue en medio de nosotros hasta el fin del mundo.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)