EN EL pueblecito de Gheel, a cuarenta kilómetros de Amberes, se venera mucho a Santa Dimpna y San Gereberno, cuyos cuerpos fueron descubiertos, o redescubiertos, en el siglo XIII, en sendos sarcófagos antiguos de mármol. La devoción de Santa Dimpna se hizo muy popular a causa de las múltiples curaciones que, según se cuenta, obraron sus reliquias entre los epilépticos y lunáticos que visitaban su santuario. Desde entonces, se ha considerado a la santa como patrona de los enfermos mentales y los habitantes de Gheel se distinguen por la generosidad con que han contribuido a la fundación de manicomios y clínicas psiquiátricas. En el siglo XIII, se construyó en Gheel una enfermería para los lunáticos que iban a visitar el santuario, y actualmente existe ahí un sanatorio psiquiátrico de primer orden, en el que se permite a la mayoría de los enfermos trabajar en las granjas de los alrededores y compartir la vida de familia de los campesinos. Los restos de Santa Dimpna descansan en un relicario de plata en la iglesia de su nombre. También se halla ahí la cabeza de San Gereberno, el resto de cuyas reliquias se halla en Sonsbeck de la diócesis de Münster.
Probablemente se ha perdido la verdadera historia de estos dos santos; pero la imaginación popular se encargó de atribuirles, desde la época del descubrimiento de sus reliquias, una leyenda que forma parte del folklore de varios países europeos. Resumámosla brevemente. Dimpna era hija de un monarca pagano de Irlanda, Inglaterra o Armórica y de una princesa cristiana que había muerto muy joven, pero no sin dejar a su hija ya bautizada e instruida en la fe. Con los años, Dimpna se asemejó cada vez más a su madre, a quien el monarca había amado con adoración y en el corazón del rey nació una pasión criminal por su propia hija. Por consejo de su confesor, San Gereberno, Dimpna huyó de su casa y se embarcó rumbo a Amberes, acompañada por el propio San Gereberno y por el bufón de la corte y su esposa. De Amberes se dirigieron hacia el sudeste; a través de los bosques, llegaron a un pequeño oratorio consagrado a San Martín, que se levantaba en el sitio donde actualmente se halla Gheel. Entre tanto, el padre de la santa había emprendido la persecución de su hija; sus espías desembarcaron en Amberes y descubrieron el sitio en que Dimpna se había refugiado, gracias a las monedas extranjeras con que los fugitivos habían pagado sus gastos durante el camino. El rey se presentó de improviso en el sitio en que se hallaba su hija e intentó ganársela con halagos; pero como Dimpna, aconsejada por San Gereberno, se negase a volver con su padre, el rey ordenó a sus criados que diesen muerte ahí mismo a los dos rebeldes. Los criados asesinaron al punto a San Gereberno; pero, como vacilasen en atacar a la princesa, el desnaturalizado padre la degolló por su propia mano. Los cadáveres fueron abandonados; pero los ángeles o los hombres se encargaron de darles sepultura ahí mismo.
Alban Butler - Vida de los Santos