LA PERSECUCIÓN del emperador Aureliano se dejó sentir con especial crueldad en la Galia romana, particularmente en la ciudad de Besangon. Para seguir el consejo del Evangelio: "Cuando os persiguieren en una ciudad, huid a otra", dos distinguidos ciudadanos, Prisco y Coto, acompañados por otros cristianos, se trasladaron de Basangon a Auxerre, que estaba rodeada de bosques. Sin embargo, los perseguidores lograron arrestarlos y los decapitaron. San Germán, que descubrió los cuerpos de los mártires, en la primera mitad del siglo V, construyó dos iglesias en su honor. Gracias a los esfuerzos de San Germán, el culto de estos mártires se extendió mucho en Auxerre. Las ciudades de Besangon y Sens celebran todavía la fiesta de San Prisco.
Alban Butler - Vida de los Santos