SE CUENTA que Cirilo se convirtió al cristianismo cuando no era más que un niño, a ocultas de su padre. Pero éste, al ver que se negaba a adorar a los ídolos, le arrojó fuera de la casa. Entonces el gobernador de Cesárea, en Capadocia, dio la orden de que llevasen a Cirilio a su presencia; pero las promesas y amenazas del juez no consiguieron doblegar al niño. El gobernador fingió que condenaba a muerte a Cirilo y aun le mostró la hoguera encendida, con la esperanza de atemorizarlo. Luego le dejó ir, pero impartió a los guardias la orden de traerlo de nuevo al día siguiente. Cuando compareció otra vez ante el gobernador, Cirilo se quejó de que la sentencia no hubiese sido ejecutada. Esto enfureció tanto al juez, que mandó decapitarle ahí mismo.
Alban Butler - Vida de los Santos