El salario del cristiano

2013-05-29 L’Osservatore Romano
El sufrimiento forma parte de la vida; pero para el cristiano, llamado a seguir el mismo camino de Cristo, se convierte en un valor agregado. Mucho más cuando se presenta bajo la forma de persecución, a causa del espíritu del mundo que no tolera el testimonio cristiano. Este es el sentido de la reflexión propuesta por el Papa el martes 28 de mayo, por la mañana, durante la misa celebrada en la capilla de la Domus Sanctae Marthae. Comentando el Evangelio del día (Marcos 10, 28-31), el Pontífice retomó la reflexión sobre el diálogo de Jesús con el joven rico que le preguntaba cómo alcanzar la vida eterna. Recordó, en efecto, que Pedro había oído las advertencias de Jesús con respecto a las riquezas, que hacen «tan difícil entrar en el reino de Dios».

Tras las palabras del Señor, Pedro le pregunta: «Está bien, ¿y nosotros? Nosotros hemos dejado todo por Ti. ¿Cuál será el salario? ¿Cómo será el premio?». La respuesta de Jesús, tal vez, «es un poco irónica: pero sí, también tú y todos vosotros que habéis dejado casa, hermanos, hermanas, madre, hijo, campos, tendréis el ciento por uno de esto». Sin embargo, les advierte que deberán afrontar «la persecución», descrita como el salario o mejor «la paga del discípulo».

A quien le sigue, Jesús asegura la pertenencia a la «familia de los cristianos» y recuerda que «somos todos hermanos». Pero advierte también que «habrá persecuciones, dificultades». Vuelve sobre el mismo tema: «quien me sigue, debe seguir el mismo camino que hice yo». Un camino, explicó el Papa, que conduce a abajarse y que «termina en la cruz. Siempre habrá dificultades que vienen del mundo y las persecuciones, porque Él siguió este camino primero. Cuando un cristiano no tiene dificultades en la vida y todo va bien, todo es bello, algo no funciona». Da que pensar que haya cedido a la tentación de seguir el espíritu del mundo antes que a Jesús.

Seguir a Jesús, repitió el Obispo de Roma, significa seguirle hasta las últimas consecuencias. El seguimiento de Cristo no puede permanecer sólo en una expresión cultural. Mucho menos puede ser un modo para adquirir más poder. Al respecto, el Pontífice notó que «la historia de la Iglesia está llena de esto, comenzando por algunos emperadores; luego tantos gobernantes, tantas personas. Y también algunos —no quiero decir muchos, sino algunos— sacerdotes, algunos obispos. No son muchos, pero algunos piensan que seguir a Jesús es hacer carrera». Un concepto, dijo el Papa Francisco, que en la literatura de hace algunas décadas se podía encontrar en las biografías de los santos, donde era usual leer que «desde niño tenía el deseo de hacer carrera eclesiástica. Se decía así, era un modo de decir. Pero muchos cristianos, tentados por el espíritu del mundo —agregó el Pontífice— piensan que seguir a Jesús» es una cosa buena porque «así se puede hacer carrera, se puede ir más allá». Sin embargo «ese no es el espíritu». Es más bien la actitud de Pedro, que pregunta: «Y nosotros, ¿qué carrera hacemos?». La respuesta de Jesús, en cambio, es: «Sí, te daré todo, con la persecución».

No es posible —comentó el Obispo de Roma— «quitar la cruz del camino de Jesús, está siempre». Ciertamente el cristiano no debe provocarse el mal. «No es eso», especificó al respecto, agregando: «El cristiano sigue a Jesús por amor, y cuando se sigue a Jesús con amor, la envidia del diablo hace muchas cosas. El espíritu del mundo no tolera esto, no tolera el testimonio. Pensad en la madre Teresa, considerada como una figura positiva que «hizo tantas cosas hermosas por los demás... El espíritu del mundo nunca dice que la beata Teresa todos los días, muchas horas, estaba en adoración; nunca. Reduce la actividad cristiana al hacer un bien social. Como si la existencia cristiana fuese una pintura, un barniz de cristianismo. Pero el anuncio de Jesús no es un barniz», penetra en los huesos, va directo «al corazón; va al interior y nos cambia. Y esto, el espíritu del mundo no lo tolera; no lo tolera y por ello vienen las persecuciones».

De aquí la invitación a pensar en la respuesta de Jesús: «Nadie que haya dejado casa o hermanos, hermanas o madre o padre o hijos o campos por causa mía o por causa del Evangelio, que no reciba ya ahora, en este mundo, cien veces más, en casas, hermanos... junto a las persecuciones. No lo olvidemos». Seguir a Jesús con amor paso a paso: éste es el seguimiento de Cristo, concluyó el Santo Padre. Pero el espíritu del mundo seguirá sin tolerarlo y hará sufrir a los cristianos. Se trata, sin embargo, de un sufrimiento como el que soportó Jesús: «Pidamos esta gracia: seguir a Jesús por el camino que Él nos mostró, que Él nos enseñó. Esto es hermoso: Él no nos deja nunca solos, nunca. Está siempre con nosotros».

Con el Papa concelebraron, entre otros, los arzobispos Rino Fisichella y José Octavio Ruiz Arenas, respectivamente presidente y secretario del Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización. Con ellos, entre los presentes, se contaban los colaboradores del dicasterio, empleados de la central termoeléctrica y del taller de carpintería de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.