2013-06-14 Radio Vaticana
(RV).- Oración y compromiso para caminar hacia la anhelada unidad en Cristo; sacralidad de la vida humana y de la familia fundada en el matrimonio; justicia social y economía al servicio del hombre, dando voz al clamor de los más pobres, y de la paz, con especial atención al conflicto sirio, así como el diálogo entre las religiones y los no creyentes, son algunos de los temas destacados por el Obispo de Roma Francisco en su cordial bienvenida hoy al Arzobispo de Canterbury Justin Welby, en el marco de la visita fraterna del Primado de la Iglesia de Inglaterra y en el histórico primer encuentro entre ambos, que han comenzado sus ministerios los días 19 y 21, respectivamente, del pasado mes de marzo.
Esta grata coincidencia, será «un motivo particular para sostenernos mutuamente en la oración», señaló el Papa Francisco, destacando su gran alegría por este primer encuentro con el Arzobispo de Canterbury. Y haciendo hincapié en la importancia de la oración pues «con la oración se renovará día tras día el compromiso de caminar hacia la unidad, que podrá expresarse en nuestra colaboración en diversos ámbitos de la vida cotidiana»:
«En especial en el testimonio de Dios y de la promoción de los valores cristianos ante una sociedad que a veces parece poner en tela de juicio algunos de los cimientos de la convivencia, como el respeto de la sacralidad de la vida humana y la solidez de la familia fundada en el matrimonio».
En este contexto, el Obispo de Roma puso de relieve también el compromiso social y en favor de los más desfavorecidos:
«También está el compromiso para impulsar una mayor justicia social y un sistema económico que se ponga al servicio del hombre y del bien común. Entre nuestras tareas, como testigos del amor de Cristo, está la de dar voz al clamor de los pobres, para que no sean abandonados a las leyes de una economía que parece considerar al hombre sólo como consumidor».
Sin olvidar la promoción de la paz y del diálogo:
«Conozco su especial sensibilidad hacia estos temas, en los que compartimos muchas ideas, así como su compromiso para favorecer la reconciliación y la resolución de los conflictos entre las naciones. En este contexto, junto con el Arzobispo Nichols, ha solicitado a las autoridades una solución pacífica al conflicto sirio, que garantice también la seguridad de toda la población, incluyendo las minorías, entre las cuales está las antiguas comunidades cristianas locales. Como ha destacado, los cristianos llevamos la paz y la gracia como un tesoro que debemos donar al mundo, pero estos dones darán fruto sólo cuando los cristianos viven y trabajan juntos en armonía. De este modo podremos contribuir a la construcción de relaciones de respeto y pacífica convivencia con cuantos pertenecen a otras tradiciones religiosas así como con los no creyentes».
Tras haber puesto de relieve el camino positivo de los últimos decenios en la historia de las relaciones entre la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia de Roma, larga y compleja y no exenta de momentos dolorosos, subrayando el diálogo fraterno y teológico, agradeciendo a la Comunión anglicana el esfuerzo por comprender las razones que llevaron a Benedicto XVI a ofrecer una estructura canónica, capaz de responder a las solicitudes de aquellos grupos de anglicanos que pidieron ser acogidos en la Iglesia católica, el Santo Padre Francisco concluyó su discurso recordando la promesa de Cristo, ‘donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos’ (Mt 18,20) y exhortó a caminar juntos hacia la tan anhelada unidad, don que viene de lo alto y se funda en nuestra comunión de amor, con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo:
«Caminemos querido hermano hacia la unidad, fraternamente unidos en la caridad y teniendo como punto de referencia constante a Jesucristo, nuestro hermano mayo. En la adoración de Jesucristo encontraremos el cimiento y la razón de ser de nuestro camino. Pueda el Padre misericordioso escuchar y exaudir las oraciones que le dirigimos juntos. Pongamos nuestras esperanzas en Él ‘que es capaz de hacer infinitamente más de lo que podemos pedir o pensar, por el poder que obra en nosotros’ (Ef 3,20)».
(CdM -RV)