Las celebraciones del día del padre son necesarias, no tanto desde el punto de vista comercial, sino moral. En el hogar, la figura del padre no es optativa ni puede convertirse en el gran ausente. La armonía y el equilibrio afectivo, humano, espiritual y hasta económico se logra con el padre y la madre. A los hodiernos padres de familia, quiero ofrecerles como regalo este magistral soneto de mi querido Henry Kronfle, que sin duda lo disfrutarán todos, especialmente aquellos cuyo padre ya ha partido de este mundo.
Raíz y tronco, sangre y apellido.
Recio ciclón y brisa de ternura.
Presencia del criador y de criatura.
Sus años yo los guardo. No se han ido.
Compañero de vuelo desde el nido.
El calor de su amparo aún perdura.
Él ha sido mis alas en la altura
y red de contención cuando he caído.
La existencia se esfuma inadvertida.
La juventud de pronto queda lejos
cual estrella remota y extinguida.
También los hijos nos hacemos viejos;
y hoy me apoyo, avanzando por la vida,
En su bastón de amor y de consejos.