El Dios Viviente y misericordioso

2013-06-17 L’Osservatore Romano
Cuando el hombre se quiere afirmar él mismo, cerrándose en el proprio egoísmo y poniéndose en el lugar de Dios, alimenta la “constante ilusión de querer construir la ciudad del hombre sin Dios, sin la vida y el amor de Dios”, que es “el Viviente, el misericordioso”. En la jornada especial dedicada —en el marco de los actos por el Año de la fe— a la encíclica de Juan Pablo II Evangelium vitae, el Papa Francisco ha subrayado su no a “ideologías y lógicas que ponen obstáculos a la vida, que no la respetan, porque vienen dictadas por el egoísmo, el propio interés, el lucro, el poder, el placer, y no son dictadas por el amor, por la búsqueda del bien del otro”.

Acogieron su mensaje, el domingo 16 en la plaza de San Pedro, más de cien mil representantes de asociaciones y movimientos internacionales que se dedican a la defensa de la vida.

“El egoísmo conduce a la mentira, con la que trata de engañarse a sí mismo y al prójimo”, afirmó el Santo Padre. Y “el resultado es que el Dios vivo es sustituido por ídolos humanos y pasajeros, que ofrecen un embriagador momento de libertad, pero que al final son portadores de nuevas formas de esclavitud y de muerte”.

Una alerta renovada al término de la misa, durante el Ángelus, momento en que el Pontífice encomendó a María la protección de la vida humana, sobre todo la más débil, indefensa y amenazada.

Del Papa también el recuerdo de Odoardo Focherini, beatificado la víspera: esposo y padre de siete hijos, periodista, falleció por odio a la fe, mártir en el capo de concentración de Hersbruck. Salvó a numerosos judíos de la persecución nazi.