San Adalberto

Date: 
Domingo, Junio 20, 2021

MAGDEBURGO, la capital de la Sajonia Prusiana, debe su fundación, como ciudad y como arzobispado, al emperador Otto el Grande. Al caer en la cuenta del valor estratégico del lugar, Otto emprendió la construcción de una ciudad con enormes fortificaciones, destinadas a atemorizar a los pueblos eslavos que vivían cerca; pero también quiso que fuese un centro de las misiones cristianas y, con tal objeto, construyó, dentro de las murallas, un monasterio, con la activa colaboración de su esposa, la princesa inglesa Edith, hermana del rey Athelstan y nieta de Alfredo el Grande. En el año 937, los emperadores dedicaron la abadía, ya terminada, a los apóstoles San Pedro y San Pablo y a San Mauricio. Por diferentes motivos políticos y religiosos, Otto llegó a ser un ardiente propulsor de la evangelización de los eslavos, los magiares y otros pueblos del oriente de Europa. Por consiguiente, se sintió muy complacido cuando la princesa rusa Santa Olga, después de abrazar el cristianismo a la edad de setenta años, en Constantinopla, pidió al emperador que le proporcionara misioneros para evangelizar a sus subditos rusos. Prontamente eligió Otto a un grupo de monjes y nombró como jefe de ellos a Adalberto, un religioso de la abadía de San Maximino, en Trier, cuyos antecedentes se ignoran, pero que sin duda era un hombre de nota en aquellos tiempos.

Los monjes partieron en el año 961, pero no acababan de pisar el territorio ruso, cuando comprendieron que sus esfuerzos serían vanos, puesto que la princesa Olga se vio obligada a entregar el trono y la autoridad al hereje de su hijo Sviatoslav. Tan pronto como éste subió al trono en Kiev, lanzó la persecución contra los cristianos; varios de los monjes perdieron la vida, pero Adalberto consiguió escapar y regresó a su país. Durante cuatro años permaneció en la corte imperial de Mainz, hasta que se le nombró superior en la abadía de Weissenburg. Fueron considerables los esfuerzos que hizo ahí para que progresara la cultura: él mismo, con la ayuda de alguno de los monjes m ás eruditos, continuó las crónicas históricas de Reginald von Prüm, que relatan los acontecimientos entre los años 907 y 967. Ya para entonces, Magdeburgo se había convertido en una ciudad de mucha importancia y, por varias y poderosas razones, el emperador Otto deseaba verla convertida en una gran sede arzobispal. Luego de vencer la oposición del arzobispo de Mainz y de otros prelados, logró que el Papa sancionara su solicitud, en el año de 962 ; y Adalberto fue nombrado primer arzobispo de Magdeburgo, con jurisdicción sobre todos los pueblos eslavos. Como un verdadero apóstol, trabajó incansablemente por extender el Evangelio entre los wendos, que habitaban en la ribera opuesta del Elba, y se mostró muyestricto en cuanto a la observancia de la disciplina en las casas religiosas. Cuando murió Otto el Grande, en 973, San Adalberto le sepultó junto a los restos de su primera esposa, Edith, en la iglesia de San Mauricio, que se había consagrado como catedral. Ocho años después, el santo arzobispo cayó enfermo y murió, cuando hacía una visita a la diócesis de Magdeburgo.

Alban Butler - Vida de los Santos