AMELIA ERA originaria de las Ardenas. Según una leyenda que carece de valor histórico, el encanto y la belleza de la joven atrajeron sobre ella las miradas del rey Pepino, quien decidió casarla con su hijo Carlos. Amelia se negó a ello, a consecuencia de lo cual fue vilmente perseguida sin tregua por el hijo de Pepino. Inútil decir que el autor de esta leyenda tenía una idea muy pobre de la dignidad y decencia del futuro Carlomagno. Según dicho hagiógrafo, Carlos quebró un día el brazo de Amelia, al sacarla a rastras de la iglesia en la (pie se había refugiado. En realidad, Amelia fue una religiosa de Munsterbilzen, en Bélgica y recibió el hábito de manos de San Wilibrordo. Sus reliquias fueron trasladadas a la iglesia abacial de San Pedro, en Gante, en 1073.
Alban Butler - Vida de los Santos