2013-07-14 Radio Vaticana
(RV).- Las campanas de Castel Gandolfo festejaron y anunciaron la llegada, este domingo, del Santo Padre Francisco, en su primera visita, en la que alentó a la comunidad de la diócesis de Albano al anuncio y testimonio del Evangelio y a ser siempre signo de esperanza y de paz. Recibido con gran alegría y entusiasmo, saludó al Obispo Marcello Semeraro, a la alcaldesa, Milvia Monachesi, y al director y a los dependientes de las Villas Pontificias y a sus familiares y recordó a sus amados predecesores, el Beato Juan Pablo II y Benedicto XVI, que transcurrieron una parte del verano romano en esta secular residencia pontificia. Deseando que, como ellos, impulsen su compromiso y fidelidad cotidiana a Cristo, el Papa Francisco encomendó a todos a la Virgen, recordando a Nuestra Señora del Carmen, que se celebra el 16 de julio, y pidió oraciones por él, «porque lo necesito mucho», dijo textualmente. El encuentro marcado por una alegre y serena cordialidad, terminó con la Bendición del Santo Padre, que luego dirigió el rezo dominical del Ángelus, por primera vez en Castel Gandolfo.
Extractos del saludo del Papa:
«Los exhorto a renovar con alegría y entusiasmo el compromiso del anuncio y testimonio del Evangelio».
Mi saludo cordial, asegurando mi recuerdo en la oración a toda la población, que aliento a ser signo de esperanza y de paz, atenta siempre a las personas y familias más necesitadas. Y ¡esto es importante! Nosotros debemos ser siempre signo de esperanza y de paz en este momento. ¡Abran la puerta a la esperanza, que la esperanza vaya adelante... hacer la paz siempre!
En este momento mi pensamiento se dirige al Beato Juan Pablo II y a Benedicto XVI, que amaban pasar parte del verano en esta residencia pontificia. Muchos de ustedes han podido encontrarlos y recibirlos, manteniendo un buen recuerdo. Que su testimonio les sea siempre aliento en la fidelidad cotidiana a Cristo y en el continuo esfuerzo por llevar una vida coherente con las exigencias del Evangelio y las enseñanzas de la Iglesia.
Queridos hermanos y hermanas, los encomiendo a la protección materna de la Virgen María – que pasado mañana honraremos con la advocación de la Virgen del Monte Carmelo – para que puedan desempeñar sus diferentes tareas de forma útil y serena. ¡Que Nuestra Señora vele siempre por ustedes y sus familias! ¡No se olviden, también ustedes recen por mí - lo necesito ¿eh?- y por mi servicio! Les renuevo mi gratitud a cada uno y los bendigo de corazón. ¡Gracias!
(CdM - RV)