Esta palabra no aparece registrada en el diccionario y sugiero a los miembros de la Real Academia Española que la introduzcan en el vocabulario porque es una necesidad hoy más que nunca en que los chismes, las calumnias, el cotilleo, la curiosidad mal sana y todo lo que tenga que ver con meter la nariz en la vida ajena campea a sus anchas. La benedicencia se puede definir como el hablar bien de los demás. Su contrario, la maledicencia desde luego que existe y se practica olímpicamente. Me sorprende que de las 100,000 palabras que conforman el castellano nos hayamos dejado fuera la benediciencia. ¿Será que no se practica? “De lo que está lleno el corazón, habla la boca”, dice el refrán. De un corazón egoísta salen las envidias, los celos, los rencores, las rivalidades. Pero de un corazón bondadoso lo único que puede surgir es la afabilidad, la cortesía, los sentimientos de comprensión y de conmiseración. El pensar y hablar bien del prójimo purifica el alma y la libra de los humores tóxicos. El hombre bueno saca del tesoro de su corazón el reconocer las cualidades y virtudes de los demás, algo que en apariencia quedó fuera de nuestro vocabulario.
La benedicencia
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