MUCHOS AUTORES, tanto judíos como cristianos, han refutado hasta la saciedad la acusación que se hacía antiguamente a los judíos de practicar el asesinato ritual. La calumnia se originó en el siglo XII, basada en la vida de San Guillermo de Norwich. Lo cierto es que no ha llegado a probarse un solo caso en el que los judíos hayan cometido tal crimen. Cierto que esto no excluye la posibilidad de que algún judío haya matado a algún niño cristiano (no tanto por odio al cristianismo cuanto por odio a quienes lo profesaban) y aún hasla llegar al extremo de remedar con su crimen la Pasión de Cristo para burlarse de ella. Pero, repetimos, no existe un solo caso en que tal crimen esté probado históricamente, y no hay ninguna prueba de que los famosos casos de Sin Guillermo de Norwich y San Hugo de Lincoln constituyan una excepción.
Según la leyenda, Hugo tenía nueve años y su madre era viuda. Con ocasión de una reunión de los judíos de Lincoln, un tal Jopin se apoderó del niño, el 31 de julio de 1255, y le tuvo prisionero en su casa hasta el viernes 27 de agosto. Ese día, Jopin y sus amigos azotaron y torturaron a Hugo, le coronaron de espinas y, finalmente, le crucificaron. En seguida intentaron sepultar el cadáver; pero, como la tierra no lo cubría por más esfuerzos que hicieron, acabaron por arrojarlo en un pozo. Los compañeros de escuela de Hugo acusaron a los judíos, y noventa y dos de éstos fueron arrestados junto con Jopin. Según se dice, Jopin confesó su crimen, denunció a sus cómplices y afirmó (cosa absolutamente falsa) que los judíos tenían por costumbre crucificar a un niño cristiano una vez al año. El rey Enrique III, reunió el Parlamento en Reading y condenó a Jopin a ser arrastrado por un caballo hasta que muriese. Otros dieciocho judíos fueron ahorcados. Los restantes fueron encarcelados en Londres hasta que pagaron jugosas multas. La liberación se atribuye generalmente a la bondad de los franciscanos, quienes intercedieron por ellos; pero Mateo Paris afirma que los judíos sobornaron a los frailes para que intercediesen. En el momento en que se descubrió en el pozo el cadáver de Hugo, una ciega lo tocó, invocó al mártir y recobró la vista. A éste siguieron otros milagros. Entonces, el capítulo de Lincoln trasladó en solemne procesión las reliquias, desde la iglesia parroquial a un nicho próximo a la tumba de Grosseteste. Es imposible determinar si los judíos eran culpables o inocentes del crimen del que se les acusaba, ya que en la Edad Media el antisemitismo era muy violento y eso llevaba fácilmente a afirmar que Hugo había muerto por causa de la fe. Chaucer relata la leyenda de San Hugo en "Prioresses's Tale". Tanto este santo como San Guillermo de Norwich constituyeron el tema de muchas baladas medievales. No hace muchos años, se cantaba todavía en el campo una patética canción sobre San Guillermo, de ritmo agradable y sencillo.
Alban Butler - Vida de los Santos