Lecturas del lunes, 22ª semana del tiempo ordinario, ciclo C

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Lun, 2013-09-02

I. Contemplamos la Palabra

Primera lectura., Tesalonicenses 4, 13-17

Hermanos: No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto resucitado, del mismo modo a los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con Él.

Lectura evangélica: Lucas, 4,16-30

En aquel tiempo Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; entró en la sinagoga, como era costumbre los sábados, y se pudo en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos para anunciar el año de gracia del Señor"

II. Compartimos la Palabra

“Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, así también, a los que durmieron en Jesús, los llevará Dios contigo”

Pablo sale al encuentro en el temor de los fieles de Tesalónica, sobre la suerte de los muertos, hablándoles con claridad de la resurrección; es el tema más importante de esta carta. Les anima a no afligirse por sus muertos, como lo hacen los que no tienen esperanza. Hay un dolor legítimo por la muerte de nuestros seres queridos, lloramos su ausencia (Jesús, ante la tumba de Lázaro también lloró), pero el dolor cristiano es un dolor esperanzado. Los cristianos creemos en la resurrección de Cristo y en la nuestra: “Si morimos con Él resucitaremos con El”. Aquí radica el sentido de nuestra esperanza. Jesús mismo nos lo ha prometido: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo, lo resucitaré en el último día”.

Si vivimos unidos a Él en la vida, no hay duda de que seguiremos unidos para siempre en la parusía, resucitaremos con Él. Hay quien piensa más en lo inmanente que en lo trascendente, pero no olvidemos que ante la importancia de la vida terrena, es mucho más importante nuestro futuro en Cristo. Sólo en Él está nuestra esperanza sabemos que resucitaremos con Él.

“Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres”

El Evangelio de hoy nos presenta consideraciones importantes: El anuncio de la Buena Noticia, la importancia de la acogida de la Palabra “Cristo” cuyo Espíritu actúa en nosotros.
Jesús, en la Sinagoga, proclama la Buena Noticia leyendo la Palabra de Dios escrita en el libro de Isaías. Ante esta proclamación: unos le aplauden, otros lo persiguen.

Sin duda, Jesús, es el profeta ungido por el Espíritu que lleva a anunciar la Buena Noticia a los pobres, enfermos, desvalidos, cautivos, es buena noticia la liberación de sus males: Jesús, cura a quien sufre la enfermedad, ha venido para salvar a la persona humana en todos los aspectos, pero viene también a anunciar la Buena Nueva de la Salvación en Cristo, que es, no sólo para los judíos, es universal, para toda la humanidad.

La implantación del Reino en su doble dimensión: aquí y en el más allá.

Jesús, anuncia con autoridad, los que no acepta su doctrina lo quieren despeñar, pero Él se abre camino y se va.

Aprendamos a trabajar por el Reino, curando las dolencias de este mundo, atendiendo a los necesitados, pero alentándolos a vivir con un sentido trascendente. El papa Francisco lo dijo claramente,”Si nos olvidamos del anuncio del Evangelio, seremos una ONG piadosa”.

Hna. María Pilar Garrúes El Cid
Misionera Dominica del Rosario