Lecturas del sábado, 22ª semana del tiempo ordinario, ciclo C

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Sáb, 2013-09-07

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 21-23

Hermanos:
Antes estabais también vosotros alejados de Dios y erais enemigos suyos por la mentalidad que engendraban vuestras malas acciones; ahora, en cambio, gracias a la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo de carne, Dios os ha reconciliado para haceros santos, sin mancha y sin reproche en su presencia.
La condición es que permanezcáis cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza del Evangelio que escuchasteis.
En el mismo que se proclama en la creación entera bajo el cielo, y yo, Pablo, fui nombrado su ministro.

Sal 53, 3-4. 6 y 8 R. Dios es mi auxilio.

Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras. R.

Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 15

Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano.
Unos fariseos les preguntaron:
-«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?»
Jesús les replicó:
-« ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre?
Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros.»
Y añadió:
-«El Hijo del hombre es señor del sábado.»

II. Compartimos la Palabra

Revestíos del evangelio que oísteis

Pablo da gracias a Dios Padre por la fe y la constancia de la comunidad de Colosas en el seguimiento del evangelio. Ellos, que como muchos otros estaban perdidos en malas obras y conductas perversas, fueron rescatados por la predicación del evangelio y redimidos por la muerte “física” que Jesús padeció. Solo la fe y la esperanza del evangelio, la que nos está reservada en los cielos, la que nos da el verdadero conocimiento de Dios y fructifica en nosotros toda obra buena, dan sentido completo a nuestra vida.

Hoy que vemos que muchas de nuestras seguridades y proyectos se tambalean, que las estructuras que asentaban nuestro futuro tienen que recomponerse, que estamos sufriendo una verdadera revolución social y cultural, tienen más sentido estas palabras de San Pablo. El mensaje del evangelio es una buena noticia para todos, un empujón para vivir de verdad el amor de Dios y la esperanza de una vida segura y cierta en Dios. Una vida que empieza a vivirse ya aquí, “consagrados, intachables e irreprobables ante Él”, por el amor y la fe en el evangelio. Testigos del Reino que Dios nos tiene prometido por medio del Hijo muerto para nuestra redención.

El hijo del hombre tiene completa autoridad sobre el sábado

No son los ritos, el cumplimiento obsesivo de las rutinas diarias, la escrupulosa rectitud de los actos cotidianos lo que nos salva, sino la generosidad del amor, el abandono del egoísmo, el participar y compartir la vida en el compromiso con los otros, lo que nos hace vestirnos del evangelio.

Jesús está por encima de la ley. El amor, la compasión, la solidaridad, son más importantes que la ley. La norma dice lo que está bien o está mal, lo que es justo y realizable y lo que es punible o castigable, pero el amor es generosidad, no mira lo que me corresponde o no, sino la realización compartida de mi vida. No porque sea legal es justo. Justo es lo que hace que la felicidad pueda llegar a todos los rincones. Que todas las personas puedan desarrollar todas sus capacidades y posibilidades, que el amor y la caridad hagan que nos preocupemos por el hombre para que el reino, el evangelio, se hagan presentes en este mundo tan necesitado de amor, compasión y esperanza.

La enseñanza de este evangelio hoy es una invitación a luchar por hacer del mundo un lugar habitable. Como cristianos estamos por encima de la ley, como Jesús, no para transgredir la ley, sino para que las leyes sean justas, para que contemplen las necesidades de los hombres, y sobre todo, por encima de la ley, porque el amor supera la ley. La caridad y el respeto por las personas nos hacer sentir los problemas de los demás como cosa nuestra. Hacen que busquemos y podamos soñar con un mundo más justo. Así también nosotros estaremos revestidos del Señor resucitado.

D. Oscar Salazar, O.P.
Fraternidad San Martín de Porres (Madrid)