“Si vivimos según la ley del ‘ojo por ojo, diente por diente', no salimos de la espiral del mal, el Papa a la hora del ángelus dominical

2013-09-15 Radio Vaticana
(RV).- Antes de rezar la oración mariana del ángelus con varios miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco recordó que en la Liturgia de este domingo se lee el capítulo 15 del Evangelio de san Lucas, con tres parábolas de la misericordia: la de la oveja perdida, la de la moneda perdida, y la del hijo “pródigo”. Y explicó que estas tres parábolas hablan de la alegría de Dios, que es perdonar. En el perdón está todo el Evangelio y el Cristianismo, dijo también el Obispo de Roma en una mañana lluviosa destacando que no se trata de ostentar buenos sentimientos, sino misericordia.

Por esta razón el Papa recordó una vez más que Jesús es todo misericordia y que la misericordia es la verdadera fuerza que puede salvar al hombre y al mundo del “cáncer” del pecado, del mal moral y espiritual. Puesto que sólo el amor llena los vacíos, los abismos negativos que el mal abre en los corazones y en la historia.

El Santo Padre también advirtió acerca del peligro que implica nuestra presunción de ser “justos”, de juzgar a los demás e incluso a Dios, perché pensamos que Él debería castigar a los pecadores y condenarlos a muerte, en lugar de perdonar. “¡Entonces sí – exclamó el Papa – que corremos el riesgo de permanecer fuera de la casa del Padre!”. Y destacó que “si vivimos según la ley del ‘ojo por ojo, diente por diente’, no salimos de la espiral del mal.

En sus saludos, hablando en nuestro idioma, el Papa Bergoglio recordó la beatificación que tuvo lugar ayer en Argentina del Cura Brochero:

Deseo unirme a la alegría de la Iglesia en Argentina por la beatificación de este pastor ejemplar, que a lomo de mula recorrió infatigablemente los áridos caminos de su parroquia, buscando, casa por casa, a las personas que le habían sido encomendadas para llevarlas a Dios. Pidamos a Cristo, por intercesión del nuevo Beato, que se multipliquen los sacerdotes que, imitando al Cura Brochero, entreguen su vida al servicio de la evangelización, tanto de rodillas ante el crucifijo, como dando testimonio por todas partes del amor y la misericordia de Dios.