En el Espíritu de Aparecida

2013-09-19 Radio Vaticana
P. Antonio Grande
(RV).- El padre Antonio Grande, de la diócesis de Rafaela, en la Argentina, que actualmente realiza el servicio de rector del Colegio Sacerdotal y de la Iglesia Argentina en Roma, nos sigue hablando de la nueva Evangelización.

La actitud de reforma de vida personal y comunitaria llevan a la conversión pastoral

La novedad de la vida en Jesucristo reclama de todos los cristianos una continua actitud de reforma o conversión de vida en su dimensión personal como comunitaria.

“La pastoral de la Iglesia no puede prescindir del contexto histórico donde viven sus miembros. Su vida acontece en contextos socioculturales bien concretos. Estas transformaciones sociales y culturales representan naturalmente nuevos desafíos para la Iglesia en su misión de construir el Reino de Dios. De allí nace la necesidad, en fidelidad al Espíritu Santo que la conduce, de una renovación eclesial que implica reformas espirituales, pastorales y también institucionales” (A 367).

Las actividades evangelizadoras son un servicio a nuestros contemporáneos que actúan y camina en situaciones concretas y cambiantes. Por eso, tienen que ser pensadas y realizadas desde un discernimiento espiritual y comunitario, abierto a una serena evaluación y replanteo de la acción. El Papa Francisco explicó en su reciente viaje a Brasil:

“La Conversión Pastoral atañe principalmente a las actitudes y a una reforma de vida. Un cambio de actitudes necesariamente es dinámico: “entra en proceso” y sólo se lo puede contener acompañándolo y discerniendo. Es importante tener siempre presente que la brújula, para no perderse en este camino, es la de la identidad católica concebida como pertenencia eclesial”.

Jesús Evangelio y primer evangelizador es la fuente renovada de la inspiración de sus discípulos de hoy. Su misión es entregar la experiencia del encuentro con su Persona, y, con la comunidad reunida en su nombre para el servicio de una vida humana más plena.

“La conversión pastoral requiere que las comunidades eclesiales sean comunidades de discípulos misioneros en torno a Jesucristo, Maestro y Pastor. De allí, nace la actitud de apertura, de diálogo y de disponibilidad para promover la corresponsabilidad y la participación de todos los fieles en la vida de las comunidades cristianas” (A 368).

Las primeras comunidades cristianas, como nos relatan los Hechos de los Apóstoles (cf. Hc 2,42-47) son un modelo paradigmático de diálogo con el movimiento cultural del tiempo y saber encontrar las nuevas formas de evangelización para esa realidad. En nuestro tiempo nuestro guía es el Concilio Vaticano con su modo de entender la Iglesia como comunión misionera. Y el camino sinodal que se suscita toda la Iglesia, y particularmente entre nosotros con las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (cf. A 369). El Papa Francisco propuso la orientación conciliar como guía probada de nuestro caminar.

“Hace bien recordar las palabras del Concilio Vaticano II: Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo (cf. GS, 1). Aquí reside el fundamento del diálogo con el mundo actual.

La respuesta a las preguntas existenciales del hombre de hoy, especialmente de las nuevas generaciones, atendiendo a su lenguaje, entraña un cambio fecundo que hay que recorrer con la ayuda del Evangelio, del Magisterio, y de la Doctrina Social de la Iglesia”.