Domingo XXXII del tiempo ordinario

CATEQUESIS DE JESUCRISTO SOBRE LA ACTITUD DE LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA EN LA CONSTRUCCION DEL REINO Y EN LA ESPERA DE SU REALIZACION. (MT. 25, 1-13)

En la presente parábola, Jesucristo representa a la Iglesia en la actuación de las diez vírgenes. Las lámparas manifiestan las obras buenas realizadas con corazón puro. Las vírgenes prudentes viven de acuerdo al don de la sabiduría de Dios y siempre están dispuestas, a colaborar en todos los proyectos de la Iglesia; son aquellas personas que se esfuerzan por vivir en profundidad su fe y la manifiestan con sus buenas acciones, no importa quienes sean sus beneficiarios (San Agustín, discursos 93, 2). Estas personas, siempre están dispuestos a aceptar la presencia de Dios en ellas y en la Iglesia; preparan positivamente la venida del Señor en su familia, en la sociedad (San Hilario de Poitiers, comentario a Mateo 27, 5).

La aceptación del Reino de Dios y el estar dispuestos a vivir su culminación, pide de todos nosotros: fidelidad a toda costa, previsión bien reflexionada y organizada y una espera creativa y dinámica (1ra. lectura), a fin de que cuando venga Cristo, por cada uno de nosotros y por la culminación del Reino, no nos encuentre en el momento menos esperado (San Agustín, discursos 93, 2); por el contrario, las vírgenes necias representan a los que son perezosos y descuidados, a los que no quieren compartir; son aquellos que sólo están preparados para el presente y no construyen el futuro (San Epifanio Latino interpretación de los evangelios, 36). Por consiguiente, se preocupan sólo de las realidades actuales, mientras, olvidan lo que Dios ha dicho; no dirigen sus esfuerzos hacia la esperanza de la resurrección; que San Pablo nos invita insistentemente a construirla y a confiar plenamente en Jesús resucitado, que la ha prometido (San Juan Crisóstomo, homilías sobre 1ra. Tesalonicenses, 6).

Si nuestros corazones, simbolizados por las lámparas no se dan cuenta de la riqueza de gracia, que Dios nos concede para construir el Reino de Dios en nosotros, en nuestra comunidad, siempre mirando el futuro, siempre estaremos faltos de aceite y olvidaremos llevar lo necesario, para vivir en la presencia de Dios y caminar junto con él, hacia la consumación gloriosa de su Reino (San Agustín, discursos 93, 5).

+ Felipe Padilla Cardona.