A PRINCIPIOS del siglo XI, Austria, Moravia y Bohemia, estaban envueltas en una serie de guerras y disensiones. San Coimán, un escocés o irlandés que iba en peregrinación a Jerusalén, llegó por el Danubio a Stockerau, población que dista unos diez kilómetros de Viena. Los habitantes, al ver que venía del campo enemigo y que no podía explicar su presencia en forma satisfactoria (porque no conocía la lengua), le tomaron por un espía y le ahorcaron, el 13 de julio de 1012. La paciencia con que Coimán soportó los sufrimientos, fue como una prueba de su santidad; por otra parte, su cadáver permaneció incorrupto, y se cuenta que obró numerosos milagros. Tres años después, el cuerpo del santo fue trasladado a la abadía de Melk. Con el tiempo, San Coimán empezó a ser venerado como patrono secundario de Austria, y no faltó quien inventase que era de sangre real. Actualmente es el titular de muchas iglesias en Austria, Hungría y Baviera. El pueblo le invoca en las epidemias que diezman el ganado vacuno y caballar. El día de la fiesta del santo se lleva a cabo la bendición del ganado en Hohenscwangau, cerca de Füssen.
Alban Butler - Vida de los Santos