San Eutimio el Jóven

Date: 
Viernes, Octubre 15, 2021

SAN EUTIMIO era un gálata nacido en Opso, cerca de Ancira. Suele dársele el nombre de "tesalónico", porque fue sepultado en Salónica. El sobrenombre de "el joven" le distingue de San Eutimio el Grande, quien vivió cuatro siglos antes que él. El nombre de bautismo de Eutimio era Nicetas. Contrajo matri- monio cuando era muy joven y tuvo una hija a la que llamó Anastasia. El año 842, cuando apenas tenía dieciocho años, abandonó a su esposa y a su hija (en circunstancias que actualmente consideraríamos como una deserción) e ingreso a la "laura" del Monte Olimpo, en Bitinia. Durante algún tiempo, tuvo por director a San Joanicio, un monje de dicho monasterio. Más tarde, eligió por director a un tal Juan, quien le dio el nombre de Eutimio. Al cabo de cierto tiempo, Juan envió a su discípulo a ejercitarse en la vida común en el monasterio de Pissidión, donde Eutimio avanzó rápidamente por el camino de la santidad.

San Ignacio, patriarca de Constantinopla, fue arrojado de su sede por Focio el año 858. El abad Nicolás, que permaneció fiel a San Ignacio, fue también destituido de su cargo. Entonces, Eutimio se dirigió al Monte Athos en busca de mayor tranquilidad. Antes de su partida, un asceta llamado Teodoro le confirió "el gran hábito", que era la insignia de la mayor dignidad que un monje podía alcanzar en el oriente. Eutimio partió con un compañero, pero éste no pudo resistir la austeridad de la vida solitaria en el Monte Athos y, al quedar solo Eutimio se fue a vivir con un ermitaño llamado José. El biógrafo de San Eutimio dice que José era un hombre bueno y franco, a pesar de ser armenio. Pronto, los dos ermitaños empezaron a rivalizar en austeridad. Primero, ayunaron durante cuarenta días, sin comer más que yerbas. Después, Eutimio propuso que se encerrasen en sus celdas durante tres años. Así lo hicieron y, durante ese lapso, sólo salían para recoger algunas yerbas, rara vez se dirigían la palabra y jamás a un extraño. José sólo resistió un año, pero San Eutimio vivió así los tres años. Cuando salió de su encierro, los otros monjes le felicitaron. El año 863, fue a Salónica a visitar la tumba de Teodoro, quien antes de morir había intentado en vano reunirse con su discípulo en el monte Athos. San Eutimio habitó ahí en una torre, desde lo alto de la cual solía predicar a las turbas y ejercer sus poderes de exorcista, sin salir de su amado retiro. Antes de partir de Salónica, recibió el diaconado. Como los peregrinos que iban a visitarle al Monte Athos comenzaron a aumentar, el santo se refugió con otros dos monjes, en la islita de San Eustracio. Cuando los piratas los arrojaron de ahí, San Eutimio fue a reunirse con su antiguo amigo José y se quedó a vivir con él.

Algún tiempo después de la muerte de José, San Eutimio tuvo una visión en la que le fue revelado que ya había vivido suficiente tiempo en la soledad y se le ordenó que se trasladase a una montaña llamada Peristera, al este de Salónica, donde encontraría las ruinas del antiguo monasterio de San Andrés, convertidas en refugio para las bestias. Su misión consistía en reconstruir el monasterio y repoblarlo. Eutimio partió con los monjes Ignacio y Efrén y encontró, efectivamente, el monasterio arruinado y transformado en establo. Inmediatamente emprendió la reconstrucción de la iglesia y de las celdas. Al poco tiempo, empezó a multiplicarse la comunidad y San Eutimio ejerció el cargo de abad durante catorce años. Al cabo de ese periodo, partió a su ciudad natal de Opso, donde reclutó un gran número de hombres y mujeres, entre los que se contaban varios de sus parientes y fundó dos monasterios. Una vez que ambas fundaciones estuvieron en marcha, el santo las puso en manos del metro- politano de Salónica y se retiró a terminar sus días en la soledad del Monte Athos. Cuando sintió que se aproximaba el momento de su muerte, reunió a los otros ermitaños para celebrar con ellos la fiesta de la traslación de su patrono San Eutimio el Grande; después se despidió de ellos y partió con el monje Jorge a la Isla Santa. Ahí murió apaciblemente cinco meses después, el 15 de octubre del año 898.

Uno de los monjes de Peristera, llamado Basilio, quien fue más tarde metropolitano de Salónica, escribió la biografía de San Eutimio. En su obra relata varios milagros de su maestro, de algunos de los cuales había sido testigo y aun beneficiario. Para mostrar el don de profecía de San Eutimio, cuenta Basilio que, cuando él se hallaba haciendo el retiro acostumbrado, después de la toma de hábito, Eutimio fue a visitarle y le dijo: "Yo soy absolutamente indigno de las luces del Altísimo. Sin embargo, como director vuestro, Dios me ha revelado que el amor a la ciencia va a arrancaros del monasterio y hará de vos un arzo- bispo." Basilio añade: "Efectivamente, más tarde, la ambición me llevó a preferir el torbellino de la vida activa a la paz y la soledad monacales'''.

Alban Butler - Vida de los Santos