Lecturas del miércoles, 32ª semana del tiempo ordinario, ciclo C

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Mié, 2013-11-13

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de la Sabiduría 6,2-12

Escuchad, reyes, y entended; aprendedlo, gobernantes del orbe hasta sus confines; prestad atención, los que domináis los pueblos y alardeáis de multitud de súbditos; el poder os viene del Señor, y el mando, del Altísimo: él indagará vuestras obras y explorará vuestras intenciones; siendo ministros de su reino, no gobernasteis rectamente, ni guardasteis la ley, ni procedisteis según la voluntad de Dios. Repentino y estremecedor vendrá sobre vosotros, porque a los encumbrados se les juzga implacablemente. A los más humildes se les compadece y perdona, pero los fuertes sufrirán una fuerte pena; el Dueño de todos no se arredra, no le impone la grandeza: él creó al pobre y al rico y se preocupa por igual de todos, pero a los poderosos les aguarda un control riguroso. Os lo digo a vosotros, soberanos, a ver si aprendéis a ser sabios y no pecáis; los que observan santamente su santa voluntad serán declarados santos; los que se la aprendan encontrarán quien los defienda. Ansiad, pues, mis palabras; anheladlas, y recibiréis instrucción.

Sal 81,3-4.6-7 R/. Levántate, oh Dios, y juzga la tierra

«Proteged al desvalido y al huérfano,
haced justicia al humilde y al necesitado,
defended al pobre y al indigente,
sacándolos de las manos del culpable.» R/.

Yo declaro: «Aunque seáis dioses,
e hijos del Altísimo todos,
moriréis como cualquier hombre,
caeréis, príncipes, como uno de tantos.» R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,11-19

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.
Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»
Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»

II. Compartimos la Palabra

“Desead, pues, mis palabras; ansiadlas, que ellas os instruirán”

Empecemos por el final de esta lectura, con las palabras del sabio Salomón, dirigidas principalmente a los soberanos y a los que ostentan el poder: “Desead, pues, mis palabras; ansiadlas, que ellas os instruirán”. Que nosotros, cristianos del siglo XXI, bien podemos ponerlas en boca de nuestro único Maestro, Jesús de Nazaret, porque sus palabras siempre iluminan nuestra existencia. Esta lectura nos habla del persistente peligro de ejercer mal el poder, por parte de los soberanos y gobernantes que tienen más poder político que el resto de los ciudadanos. Pero hemos de reconocer que todos tenemos algún poder dentro de la amplia gama que es la vida humana (por ejemplo, los alumnos tiene el poder de dejar o no dejar dar clase al profesor; el profesor tiene el poder de aprobar o suspender a los alumnos, el hijo pequeño tiene más poder afectivo que sus hermanos mayores…). También en esto del ejercicio del poder Jesús es nuestro modelo. Jesús, siendo Dios y con todo el poder del mundo en su haber, vino “a servir y no a ser servido”. Todo su poder, toda su sabiduría, todo su amor lo puso a favor de nosotros, sus hermanos. La pregunta que se impone es cómo ejercemos nuestro poder, los gobernantes el suyo y nosotros el nuestro. Al principio, a la mitad y al final de nuestra vida Dios nos hará esta pregunta.

“El agradecimiento, un hijo de la bondad”

Quien deja que la bondad se adueñe de su corazón es un agradecido. Sabe agradecer los favores, los regalos que recibe. Alguien ha dicho que “el agradecimiento es la memoria del corazón”. Pero no la de cualquier corazón, sino la de un corazón bueno. Nueve de los diez curados por Jesús tenían un corazón de piedra. Por eso, no fueron capaces de agradecer a Jesús el milagro de su curación. Jesús, de parte de Dios, vino a llenar la tierra y nuestros corazones de bondad y... de agradecimiento.

Fray Manuel Santos Sánchez
Real Convento de Predicadores (Valencia)