2013-11-15 L’Osservatore Romano
Tomando de su «rico patrimonio» de valores civiles y espirituales, Italia está llamada hoy a «encontrar nuevamente la creatividad y la concordia necesarias para su desarrollo armonioso» para «promover el bien común y la dignidad de cada persona». Es el deseo expresado por el Papa Francisco al Presidente de la República italiana Giorgio Napolitano el jueves 14 de noviembre, por la mañana, con ocasión de la visita oficial al Quirinal, para devolver la que realizó el pasado 8 de junio el jefe del Estado en el Vaticano.
El Papa Francisco, sexto Pontífice –después de Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI– que sube a la colina del Quirinal en visita al jefe de Estado italiano, quiso inmediatamente subrayar cómo su visita confirma «el excelente estado de las recíprocas relaciones» y expresa «un signo de amistad» respecto al Presidente Napolitano. «Desearía idealmente llamar a la puerta de cada habitante de este país, donde están las raíces de mi familia terrena -confesó-, y ofrecer a todos la palabra sanadora y siempre nueva del Evangelio».
En su discurso, el Obispo de Roma recorrió los momentos destacados de las relaciones entre el Estado y la Iglesia, en particular «la inserción de los Pactos Lateranenses y el Acuerdo de revisión del Concordato en la Constitución» que constituyen «el sólido marco de referencia normativo para un desarrollo sereno de las relaciones». En esta perspectiva, son numerosas, a juicio del Pontífice, «las cuestiones ante las cuales nuestras preocupaciones son comunes y las respuestas pueden ser convergentes»: comenzando por la crisis económica, que «entre los efectos más dolorosos, tiene el de una insuficiente disponibilidad de trabajo». De aquí la invitación a «multiplicar los esfuerzos para aliviar las consecuencias y captar y fortalecer todo signo de reactivación». Por lo demás, «la tarea primaria que corresponde a la Iglesia es la de testimoniar la misericordia de Dios y alentar respuestas generosas de solidaridad para abrir a un futuro de esperanza», favoreciendo «el compromiso para la construcción de un orden social y civil más humano y más justo». El Papa, además, no dejó de reafirmar la centralidad de la familia y pidió la contribución de todos para sostenerla y valorarla.
Caracterizada por un protocolo más sencillo y sobrio, la visita duró poco menos de dos horas. El intercambio oficial de discurso estuvo precedido por conversaciones privadas, desarrolladas en un clima de gran cordialidad. Al final, el Santo Padre encontró también a los trabajadores del Quirinal y a los familiares –con numerosos niños y jóvenes presentes– dirigiéndoles un breve discurso centrado en la importancia de la familia.