Lecturas del sábado, 34ª semana del tiempo ordinario, ciclo C

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Sáb, 2013-11-30

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 10, 9-18

Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación,- y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.»
Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: « ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio! » Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así, pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los limites del orbe su lenguaje. »

Sal 18, 2-3. 4-5 R. A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R

Mateo 4, 18-22

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo:
-«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

II. Compartimos la Palabra

Cuando los Apóstoles reciben el Espíritu de Dios que les hace entender el significado de Jesús, abren los ojos para reconocer en el Crucificado al Mesías de Dios. La manifestación de la salvación de Dios ha llegado en el Señor, encarnado y resucitado. Así, se ven impulsados a anunciar y proclamar la Salvación que nos ha llegado de Dios. La reconciliación del hombre con su Creador.

La fe surge de la proclamación.

También Pablo es un Apóstol testigo del Cristo crucificado y resucitado. Jesús, al tomar cuerpo y carne como nosotros, ha reconciliado la naturaleza humana con su creador. El pecado y su consecuencia, la muerte, ya no son el destino definitivo del hombre, porque Cristo ha resurgido de la muerte, Jesús ha vencido al pecado. Y esa salvación se nos ha dado gratuitamente, con la única condición de la fe. Por eso dice S. Pablo, “ cuando se cree con el corazón, actúa la fuerza salvadora de Dios, y cuando se proclama con la boca, se alcanza la salvación”. Por eso, llenos de confianza en el Señor, y fortalecidos con su gracia que inunda nuestro ser, nos vemos impelidos a anunciar y proclamar sin descanso que el Reino de Dios está ya con nosotros. Que Dios ha querido reconciliarnos y renovar su alianza creadora con nosotros en una nueva Humanidad. Que el anonadamiento de Jesús en la cruz, recoge todos nuestros dolores y miserias, y les da sentido. Que el horizonte del hombre se ha abierto a una nueva realidad, el Reino de Dios ya realizado en nosotros. Que hay que dejar atrás el pecado y sus perversiones, para iniciar una nueva vida en Cristo.

El señor sostiene a los que le temen.

También nosotros cantamos la Gloria del Señor que llena la tierra; porque el Señor sostiene a los que le temen.

Dejando al punto la barca y a su padre, lo siguieron

Cuando Jesús comienza a predicar anuncia:” arrepentíos, porque está llegando el Reino de los Cielos”. Jesús aparece en la vida de estos primeros discípulos, Pedro y Andrés, Santiago y Juan, y les llama. Es Dios quien llama, quien escoge, quien lleva la iniciativa. Es Él quien se ofrece, quien da la garantía. “Veníos detrás de mí”. Es un seguimiento ciego y radical, que viene de la autoridad del que llama y de la confianza que genera en quien recibe la llamada. Es un seguimiento alegre, consecuente, provechoso. “Sé de quién me he fiado”. La llegada del Reino de Dios es un acontecimiento que llena de sentido nuestra vida. Seguir a Jesús, es llenarse de la vida de Dios, estar en su presencia y bajo su acción protectora. Es llenar la vida de la confianza y esperanza de que Dios siempre sale a nuestro paso y nos sostiene. Y esa confianza es la que nos impulsa a anunciar que la Salvación de Dios está ya presente en nuestro mundo. Que es necesario hacer un mundo más humano, una creación más solidaria y edénica, una fraternidad más entrañable, porque Dios nos ha reconciliado con Ël, y nos ha reunido en una gran familia. Creer en Dios es creer en esa utopía del Reino que nos exige la prontitud y el desprendimiento de los primeros apóstoles.

D. Oscar Salazar, O.P.
Fraternidad San Martín de Porres (Madrid)