Esperar la paz con esfuerzo y trabajo

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Auxiliar de San Cristóbal de las Casas

San Francisco Javier
Isaías 11,1-10: “El espíritu del Señor se posará sobre él”
Salmo 71: “Ven, Señor, rey de paz y de justicia”.
San Lucas 10, 21-24: “Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo”

En la primera lectura el profeta Isaías nos presenta una escena idílica, que a veces nos parece fantasiosa, nos dice: “Habitará el lobo con el cordero, la pantera se echará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos, un muchachito los pastoreará. La vaca pastará con la osa y sus crías vivirán juntas. El león comerá paja con el buey. El niño jugará sobre el agujero de la víbora, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente” y continúa presentándonos escenas de paz y armonía entre los más acérrimos oponentes ¿Será sólo fantasía? Con su venida Cristo lo empieza a hacer realidad, los apóstoles se alegran porque han visto maravillas, sin embargo no todos son capaces de comprenderlo ni de vivirlo.

Hay quien no es capaz de perdonar y ve la reconciliación como un fracaso. Hay quien teme la hermandad porque le quita su individualismo y orgullo. El Papa Francisco nos dice que hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos, será imposible erradicar la violencia, no encontraremos paz. Jesús alaba al Padre porque los pequeños y sencillos son capaces de comprender y de vivir este mensaje.

El Reino que se acerca trastornará los valores y apreciaciones humanas, favoreciendo sobre todo a los pequeños, a los sencillos, a los pobres de Dios. En realidad el que se siente necesitado y hambriento es capaz de recibir más que el está lleno de si mismo. Nuestra Patria está urgida de paz y de justicia. Son fuertes los clamores que se alzan pidiendo esta paz, pero nos exigen una seria conversión en todos los sentidos. En estos días de Adviento se requiere una gran humildad para reconocerse pecador y necesitado pero también lleno de esperanza y reconociendo que con Cristo se puede construir un mundo nuevo.

La paz, la armonía, se tienen que esperar con mucha ilusión pero también con mucho trabajo. Es cierto que son un regalo del Señor, pero también exigen nuestro esfuerzo y colaboración. Que hoy creamos que la paz es posible y que luchemos por alcanzarla.

¡Ven, Señor, Rey de justicia y de paz!

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