Tenemos presente a Cristo, pero también tenemos presentes todas las realidades de dolor y sufrimiento

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Auxiliar de San Cristóbal de las Casas

9 Enero

1 Carta de San Juan 4,19-5,4: “Quien ama a Dios, ame también a su hermano”
Salmo 71: “Que te adoren, Señor, todos los pueblos”
San Lucas 4,14-22ª: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura”.

Cuando arrecian las dificultades y problemas, cuando tenemos más enfermedades y crisis económicas, buscamos las soluciones que nos ofrecen los sistemas humanos, pero frecuentemente encontramos soluciones parciales que no atienden ni a todo el hombre ni a todos los hombres.

El anuncio de salvación que hoy escuchamos de parte de Jesús al presentarnos su misión salvadora y liberadora, no mira únicamente a la liberación del pecado y a la salvación del alma; se aplica a la liberación y a la salvación de todo el hombre y de todo hombre, de toda forma de esclavitud, destrucción y degradación.

Es decir va a las raíces del pecado y de la maldad. Las palabras de Jesús, recogidas del profeta Isaías, siguen resonando hoy como realidad y esperanza. Realidad porque Jesús ya se ha hecho presente en medio de los hombres y trae su mensaje de liberación para todos los hombres y mujeres, en especial a los que se sienten limitados por la pobreza o la miseria. No caminamos solos, Cristo va a nuestro lado y nos alienta.

Esperanza porque nuestro hoy, se hace dinámico. Tenemos presente a Cristo, pero también tenemos presentes todas las realidades de dolor y sufrimiento que debemos superar. La salvación tendrá su plenitud sólo al final de los tiempos, pero nos coloca en este dinamismo que se convierte en el empeño diario, constante y confiado, de quienes buscan transformar este mundo en un mundo con más paz y justicia, con mayor hermandad y comprensión.

No se trata de tumbar a los poderosos para que otros ocupen su lugar y dejar en la miseria a miles de hermanos que están sufriendo. Se trata de cambiar de raíz las estructuras que están basadas en el poder, el poseer y en el placer. Cristo viene a romper esas cadenas y estructuras. Se necesita romper esa espiral de violencia y ambición. Por eso Jesús se presenta como el Mesías que trae buenas nuevas.

Estamos iniciando el nuevo año, renovemos también nuestro corazón, nuestras metas y nuestros ideales. Contemplemos hoy a Jesús en la sinagoga y ajustemos nuestros programas al que nos presenta Él en este día. Nuestra fe se tiene que manifestar en las acciones concretas de liberación y de anuncio de Buena Nueva.

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